Me sumerjo en ti en un intenso beso mañanero,
muerdo tus labios, mi lengua juega con tu lengua, mis manos acarician tu
cuerpo, huelo tu perfume, bebo tu saliva. En tu cuerpo ingreso furtivo y te
siento apegada a mí, sellada por siempre tatuada en el ardiente desierto de mi
piel. Lamo tu cuerpo de extremo a extremo, soy en ti niño y macho y potro, mi
Amar busca tus brazos para consumarse, tus pechos son mi descanso y mi
saciedad. Me revuelvo agradecido por los momentos vividos, por las visiones de
tu cuerpo, mis deseos vagan por tu desnudez insertos en tu lecho, mi boca
habita tu boca y tu nido, el ídolo surca tu flor del sur, eres mi hembra
potranca, mis dedos trazan las rutas del sexo sublime por tus muslos. Te deseo.
Otra vez la mañana me trae tu recuerdo con la nitidez del deseo, tu cuerpo
resplandeciendo en tu propio amanecer, tus manos al vuelo sobre tu piel
incesante, mis ojos posados una y otra vez en las turgencias de tus mullidas
palomas, la memoria instalando como antes tus dulces fragmentos, tu ternura y
tus ardores, tus uñas joyas en sus pequeño diamantes, tu pelo en negra tormenta,
el esplendor tibio de tu voluptuosidad de mujer hembra, las sinuosidades, los
pliegues, los territorios de la lujuria de tu reino de las ciénagas eternas, de
los fieros caimanes y los rosados flamencos. Me anego de tu voz escondida, de
las fauces de tu vientre, del delirio plácido de tus nalgas, de la imposible
sensación de tus pezones en mis labios. Te deseo.
sábado, 24 de mayo de 2014
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