“Silencio
Orad: ella ha
abierto sus piernas
Todo el mundo
arrodillado”
Fragmento del
poema "Silencio" de Cristina Peri Rossi
Se abre roja rosada mojada la olorosa rosa
enmarañada. Ceñida en alados y negros tules transparentes, virginal en sus
genitales deleites. Se abre se vierte se ofrece en sus pétalos expuestos el
deseo. Flor provocadora e incitante como un dulce molusco palpitante. Embeleco
gozador lubricado viscoso. En sus untadas magias voluptuosas en sus húmedas
honduras penetradas. Carnal orquídea dilatada. Absorbente tierna fisura
impregnada de olores y sabores vertidos en fálicos ceremoniales. Vulva
humedecida en sus goces invadida vagina insertado gineceo. Urgencias de
irrumpir abriendo los descendentes labios sensibles, su tímida verticalidad
anhelante, la epifanía del orgasmo que late estremece vibra en lujuriosos
retorcimientos. Tentativa de inmortalidad de retorno embrionario de muerte
consentida. Penetrada lamida succionada, sensaciones de lubricas invasiones
priapicas, secretos dedeos masturbatorios, turbación. Hambrienta larva venérea
percebe mariposa abierta flor embriagante. Cárnica medusa excitante, absorbente
abertura hendidura succionante. Veleidad en su hábito de ardiente babosa
constrictora estrujante. Voraz simetría bilabial sobre bilabial desde el delicado
clítoris en su capuchón esperando hasta el furtivo periné enclaustrado. Púbico
nido anegado, vértice vórtice entre muslos y vientre, caverna incesante en sus
densas vertientes, incestuosa lascivia ferviente idolatría. Gruta carnívora. Tentación
del delirio lingual así embebido. Baubo, sacralidad libidinosa de los oscuros misterios
del pervertido sexo elemental.
Otras invocaciones:
Vulva
Gonzalo Villar
Encontré un poema
de agua en tu
vulva.
Fui leyendo tu
sexo
como un cuaderno
de sueños,
respiré girasoles
en tus truenos,
probé el vicio de
tus labios,
lamí los bordes
del rocío,
hasta caer una y
otra vez en tu pozo,
nido de
serpientes, húmeda quebrada,
capullo de
nervios, fruto de alegría,
mágica boca de
placer.
Amor sin muerte
Claudio Rodríguez
Fer
Lengua lame emboca
resbala lábil
lenta lengua en el
lodo en que yacente
despierta resbala
sierpe húmedamente
y ardiendo de
vidriados ciñe hábil.
Labios consagrados
nervio a nervio
detrás delante al
cabo frente a frente
gamuzas como pubis
refulgente
detenidos en el
tiempo verbo a verbo.
Piel con piel
nácar en la carne
almizcles
congelados por la aurora
espasman y jadean
en la materia que arde.
Y la vida se
prolonga serena e infinitamente.
Oración
Cristina Peri
Rossi
Silencio.
Cuando ella abre
sus piernas
que todo el mundo
se calle.
Que nadie murmure
ni me venga
con cuentos ni
poesías
ni historias de
catástrofes
ni cataclismos,
que no hay
enjambre
mejor que sus
cabellos
ni abertura mayor
que la de sus piernas
ni bóveda que yo
avizore con más respeto
ni selva tan
fragante como su púbis
ni torres y
catedrales más seguras.
Silencio.
Orad: ella ha
abierto sus piernas.
Todo el mundo
arrodillado
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