jueves, 22 de mayo de 2014

UN SOLO DEDO


Pour la rose dissipée

Brindaré calladito contigo en el deseo, y brindaré contigo la última copa de vino tinto, y te buscaré en el concho conchevino y ahí estarán tus ojos, entrecerrados, y sentirás como abro esa bata amarilla (que no conozco ni conoceré) y te abrazaré apegando mi cuerpo desnudo al tuyo para que en piel con piel restregándose se inicie el rito de la epifanía nocturna donde nos volveremos húmedos caracoles retorciéndose sobre el piso, deslizándose con la lentitud del descaro impune e impúdico hasta el lecho donde consumaremos la copula estremecida de mi en ti, penetrante penetrada, y verteré mi savia ardiente en tu flor ardiente, verteré inoculado mi denso licor embriagante en tu húmedo sagrario, y seremos uno como en ese sueño insistente que tú y yo soñamos cada vez que soñamos. Así que ahora me voy al sueño a poseerte hasta la medula, a beberte, a morderte, a romperte hasta romperme, hasta amanecer entre los escombros humeantes del goce compartido. Después me quedaré un ratito entre tus sabanas, acariciando tu cuerpo suavecito para no despertarte. Quizá hasta me atreva a besarte, quien sabe. Y mañana, antes de vestirte, déjame escurrir mis ojos de hambriento lobo macho voyerista por la desnudez de tu cuerpo hembra ansiado deseado, déjame lamer los restos de tu goce nocturno, déjame tocar con mi dedo del corazón la puntita de tus pezones, déjame alcanzar a imaginarte así para que el día se me vaya buscando tu perfume como sé que te gusta: sin solución de continuidad. 

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