“Nos atamos cadenas de nardos y mojamos las pieles de sudores y seda.”
Estás en mi ruta. M.I., mayo 2016.
Estoy tan cercano que alcanzo a percibir tu aroma de fiera ansiosa
enredado en esas mallas y encajes, ya soy tuyo, me has capturado como un león
dormido entre tus senos. Mi obsesión ahora tiene nombre y rostro. Ahora somos
un único reflejo en el espejo de las lujurias, una silueta reconocible, un
rostro que nos observa y rompe las soledades. Teníamos que encontrarnos para
justificar las búsquedas, yo te buscaba desesperado, casi perdía la esperanza
ya, y fue ese perfume de hembra deseosa lo que me trajo hasta ti, vi tu escote
y supe que eras tu, vi tu rostro y lo confirmé, oí tus voces de metáforas e
imágenes asombrosas y abrí los cerrojos. En un irrevocable suicidio me arrojo
hipnotizado a la solemne gravitación de esas lunas llenas de tus pechos, los
miro absorto en sus deliciosas curvaturas, los imagino perfumados y tibios, la
punta de mi lengua escribe mi nombre en ellos y beso suavemente sus ampulosas
turgencias, sus sensuales blanduras, quiero lamerlos enteros, mordisquear
levemente sus pezones como una viciosa costumbre. Por ellos me escondo en la
oscuridad de mis erectos deseos, por ellos me toco y es tu mano la que me toca
mientras ardo en tu mágico fuego, mientras siento tus ojos acariciando mi
virilidad erecta como si estuviera hundido en la densa humedad de tu sexo, que
puedo imaginar oler saborear penetrar. Ya no soporto mi propia lujuria, me toco
y te siento. Te quiero aquí, quiero ser un niño entre tus senos, quiero
olvidarme del entero Universo ahí en tus tibiezas, quiero desaparecer aferrado
a tus pezones, quiero revertir el tiempo para habitar tu útero y ser semilla
dentro de ti, quiero emborracharme de tus perfumes, saciado, laxo, enamorado. Tu
humedad de molusco carnívoro me atrae con su poder perentorio, unto ahí mi dedo
y saboreo esa mojada locura que absorbe mis deseos, que succiona mi mástil
hasta el naufragio, que me sumerge hasta obligarme a eyacular en ti. Después
que quedo fumando en la solitaria oscuridad para seguirte soñando ahora que es
la hora de los largos besos y las infinitas ternuras, la hora de las rotas
soledades, de las leves caricias y los susurros, de mi boca en tu boca, ese
sueño persistente, y dibujo el perfil de tu rostro con mi dedo para tatuarlo en
mi memoria, me dejo hacer rendido a tus hechizos y te sueño dentro del sueño
para poseerte hasta el alma, y murmuro en tu oído esa antigua y secreta palabra
que ya creía olvidada.
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