Fue el contraste del
negro de tu brasier contra la mórbida albura de tu piel desnuda lo que encendió
edípicas tentaciones, lo que provocó la lenta y consistente erección que bulló
sensible bajo el roce del pantalón. Vi tus pechos, pálidos y maduros frutos de
la vendimia de tus años, dulcemente caídos en su voluptuosa blandura, y emprendieron
eróticos vuelos las imaginaciones de mis labios en tus senos besando lamiendo
mordiendo, de mi boca succionando desaforada esos carnales capullos: tus
pezones de intenso rosado, esas tiernas y rugosas monedas del deseo. Y vino tu
voz en susurros: “Lo estoy disfrutando, al menos mirarlo me conforma algo,
lo disfruto, lo siento en la punta de mis dedos, quiero besarlo… estoy
besándolo, paso mi lengua a su alrededor y estoy sintiendo su humedad, ahora
estoy ardiendo, mi sexo palpita, y sigo besándote y ahora lo quiero todo, abro
mi boca y en mis dedos creo sentirte, paso tu pene por mis labios y me
estremezco de placer… tengo que tocarme!” Fue entonces un carnaval de
lujurias desatadas, fue una sinfonía de gemidos que implicitaban masturbaciones
paralelas, tus dedos chapoteando en tu vulva voraz y mi mano en afanada en el
vaivén masturbatorio, fue un coro de quejidos pecadores y respiraciones
agitadas por la ventolera del sexo ahí trepidando entre tu boca y la mía. Y
fuimos hasta volcarnos desesperados en el desenlace buscado, intensamente
conectados en una virtualidad real y palpable, sentí tu clítoris en la yema de
mi dedo, sentí tu mojada verticalidad, tus estremecimientos orgásmicos, sentiste
la tersura viril de mi glande, sentiste la endurecida erección de mi verga, mis
estertores eyaculatorios. Definitivamente fue delicioso oírte, ver tus pechos y
masturbarme, fue un anegarme de ti en ti por ti, fue una locura abierta y
penetrante, húmeda y erecta, reciproca y carnal, fue una cópula tan real que
nos pareció un imposible ensueño virtual.
Nota.- En cursivas, sus
impuras palabras.
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