domingo, 29 de mayo de 2016

EN MI BOSQUE


“Camino en tu hojarasca de incomprensibles otoños desvelados mientras miras mis lirios encerrados que te atraen a mi cielo”. En tu bosque. M.I. 2016

Merodeo por el bosque donde ahora habita tu memoria, vago por sus verdes y ocres oliendo tu aroma de hembra impura, tu esencia de mujer en celo y mía, hurgo en las discontinuidades de los musgos buscando la consistencia sexual de tu pubis, quiero que me sientas poseyendo tu cuerpo con mi erguida virilidad vegetal, salvaje, erosivo, penetrante. En la umbrosa espesura te deslizas sigilosa, allí eres una fiera posesiva y yo un león viejo, pero me encantan tus garras afiladas, tus furias de carnívora voraz, huelo tus perfumes de hembra enjaulada, me estremeces con tus aullidos de antiguas lujurias inconsumadas, siento tus dientes y tu lengua, tu saliva quemante en las cercanías de mi falo asustado y cierro los ojos para que me devores con tus rosadas y húmedas fauces verticales. Pero también yo te acecho fascinado... inquieto... motivado... excitado… tu deliciosa madurez invoca en mí protuberancias y viriles alturas, visualizo tu dedo desvergonzado, humedecido en el vórtice de tu orgasmo y que ha de ser como mi mano de adolescente pecador. Me gusta tu cuerpo entero que aun no lo conozco en plenitud, el mío ya te pertenece poro por poro, desde su ansiosa respiración de sátiro pervertido hasta su inevitable erección de macho viejo ante la humildad de tus pechos maduros, tú lo enciendes y lo incineras, tu destruyes otras presencias ajenas al hoy donde te me floreces. Y te beso ahí en toda tu desnudez detrás de los encajes que poseen tu aroma, tu tibia consistencia de hembra mía, las tiernas blandura de tu sensualidad alada, te beso hasta que tu triángulo rosa se estremece y gotea, y me quedo atrapado mortalmente en esa blanca red de filigranas y bordados que me semiocultan tu cuerpo desnudo y desatan lujurias que no florecían así desde mi onanista adolescencia. Siento que surco tu rosa vertical, que la poseo impetrado entre sus cuatro pétalos carnales, que ahí permanezco penetrado y extasiado oliendo tu intimidad, saboreando el rocío de tu rosa, profanando tus pliegues y tersuras con mi virilidad tensa, sensible. Entonces soy tu león de nieblas que ruge en tu bajo vientre caliente y satisfecho. Estremecido vislumbro entre el follaje ese pequeño y perfecto lunar en tu muslo que con su delicada invocación me inunda otra vez y para siempre de tu vegetal inmanencia.

Nota.- En cursivas, sus incitantes palabras.


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