jueves, 5 de mayo de 2016

DEL MAGO LUJURIOSO


“No sé la verdad que me has hecho, qué magia has usado para lograr este cambio en mí”. E.M.H.

Cierto, yo soy un mago, pero no porque vea lo que quiero ver nada más, sino porque veo lo que me gusta y me excita, lo que me despierta sensaciones sensuales o sexuales, lo que me cosquillea el miembro o lo erecta, y no se trata de algo estético sino de algo absolutamente erótico, cierto, soy depravado un mago lujurioso. Miro tu foto bajo el imponente arco erosionado como una ventana en las rocas marinas y veo una dama victoriosa, gordita, rellenita en carnes, ampulosa, maciza, de amplias combas abundantes, una deseable mujer rolliza, pletórica, exuberante bocado de carnudas lujurias, veo tu piel muy blanca, muy pálida, lo que la hace ver más impúdica y obscena, miro fascinado tu mórbida tetamenta y veo tus pechos grandes desnudos, maduros y voluminosos, veo esas tus ricas “tetas” espléndidas como me gustan y apetecen, voluminosas, caídas, muy maternales, demasiado quizás en su aproximación pecadora y pervertida al prohibido tabú del incesto, origen de una obsesión interminable, veo esa pancita calentona y la imagino desnuda acostada en el lecho, trémula, subiendo y bajando como una tibia duna viva bajo el ritmo de tu respiración agitada por el deseo, yo jugando con mi lengua en su ombliguito y mojando mi dedo más abajo en la oscura y húmeda cavidad del lugar del placer, veo el mismo delgado vestido colorido que ya me inspiró erguimientos y verbos, y pareciera que también se te ve marcado el pezoncito (eso quiero creer) como en esa primera imago, y me quedo otra vez mirando enviciado “ese sensual botón punzando ese rojo que perturbó para siempre los solitarios trasiegos de este lobo sin regreso.” (i)

(i) “Si Volviera”, mismo autor.


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