Morderé una manzana,
fumaré un cigarrillo, viendo bajar los cuernos de la noche medusa, su vasto
caracol forrado en terciopelo donde duermen tus senos quemados por la luna. “Java”.
Julio Cortázar, tango.
La madrugada sucede como
si estuviéramos juntos, acontece en esas horas en que tú te liberas y yo te
sueño. Sientes los ojos machos que te miran desde una penumbra lejana, te
siguen sin parpadear por las escalas y los cuartos, por los espejos y los
ventanales, enviciados. Te desnudas, te bañas en las tibias aguas de la tentación,
te secas como en una sensual ceremonia de lúbrica iniciación o en un ritual donde
tú eres la virgen sacrificada. Te acicalas con lenta provocación, sabes de mis
ojos anclados en tu canalillo, te vistes ahora como una insinuante odalisca; el
brasier, las brevísimas bragas, el impúdico babydoll como un sayo espurio y
profano, incluso las coquetas sandalias con sus negras rosas, todo en negro noche
intenso y breves rojos oscuros de brasas quemantes. Te sientes observada con
bárbaros deseos manoseada con primitiva avidez de lobo abusada por una boca de
lujuria sin rostro perseguida y alcanzada por el sátiro pervertido al que te
has rendido en esa madrugada que sucede como si estuviéramos juntos, y tus
senos tiemblan al sentir esas manos boca ojos invadiendo tu intimidad inexpugnable.
El lugar es la noche donde eres tú en medio del silencio de un nocturno
distinto, donde eres tú semidesnuda dibujándote a ti misma en esa soledad
caliente de esta madrugada donde eres deseada y palpitante carne ansiosa y
verbos que te describen. Los breteles, las llenas copas del brasier, tu piel
tostada por el verano estremecido que besó tu desnudez evasiva y esos mismos
ojos que te observan devoraron con un deleite obsceno, casi depravado. Las
flores rojo intenso oscuro en el intenso negro oscuro del refulgente raso, tu
sonrisa maliciosa o pecadora, tus cabellos enmarañados, tu mirada juguetona. El
silencio se triza, clik, clik, clik, clik… clik, cinco veces y una más, clik… sin
tu cuerpo vestido para que esos ojos de macho excitado que te queman desde una
oscuridad solitaria sepan cual era el paraíso perdido.
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