“…, todos estos comportamientos compulsivos se
gestan mayoritariamente a nivel mental, donde las fantasías sexuales y
pensamientos eróticos surgen como alternativas a cualquier tipo de
frustración”. C. Rodríguez
Tarde gris, lluviosa, hace frío, hace poco hubo
granizos, tienes frío y eso que aun no llega el otoño por esos lados, entonces
yo imagino que vamos a acostarnos juntitos y nos quitamos el frío a puras
caricias, bien apegaditos, abrigándonos con besitos tiernos, bien abrazaditos,
desnudos... Has de saber que tengo ya
gastada la fotografía con tus pechos de tanto mirarla, de saborear y
embriagarme de tus senos de luna llena en el cielo de azogue como un ángel
maldito que poseyó y perdió ese ahora prohibido paraíso, que mi mano viciosa
soba lenta mi miembro mientras escudriño cada detalle de tus imágenes. ¿Acaso
no te perturba saber en esas imágenes alcanzo a tocar la luz lunar que
fosforece en la puntita de tus pezones? Yo soy el lascivo ángel que siempre te
está espiando mientras duermes, sabiendo que lo sientes y lo presientes, que te
inquieta e incita lúbricos pensamientos en donde florecen los adormecidos
deseos de tu dulce madurez solitaria. Extiendo el arco pervertido con la flecha
de tu cuerpo desnudo ya abierto en su delineación y su centro, abro el dominio
de tu sexo untado, sorbo tus delicias prohibidas, deslizo surcando mi dedo
contumaz, la yema marca sus huellas en tu sensible botoncito pervertido. Me ato
a tu desnudez nocturna con ese poderoso hilo que nos une, por el que me sueñas
y me sientes en ti, ese finísimo hilo invisible a todos los otros ojos y que
solo a ti te invade de ese mi erotismo que te envuelve y te hace sentir deseada,
tan cerca ayer... hoy tan lejana...
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