domingo, 1 de mayo de 2016

QUINTO CANTO POLIFONICO DE INFINITOS INTENTOS


“He tendido conspiraciones, insinuaciones peligrosas, con ebrias profecías, libelos y sueños”. Ricardo III. Acto primero. Escena primera. William Shakespeare

En realidad poco me importa que tus senos se duerman en la azul simetría de otros senos. Yo los hubiera hollado con la cosquilla de mi roce y te hubieras reído justamente cuando lo necesario y esperable era que sollozaras (i). Yo dejé mi boca suspendida sobre tus pezones, en el vuelo de salvajes pájaros que anidarán tardíos en tus pechos, blanduras y tersuras entibiadas en la atávica memoria, rememoraciones del sublime tormento; lo perdido y buscado y nunca encontrado, las ansias de sorber el dulce vino matriarcal, mórbidas duplicaciones que mis manos amasan en el nocturno desesperado, certeza del aroma prohibido que escarba mi nariz por el canalillo ahí entre tus senos llenos. En medio de la masturbación anhelante descubro tus pezones erguidos y el erótico balanceo de tus senos sujetos al ritmo lúbrico de tus ansias (ii). Por toda esa plenitud de tus imponentes mamas me sobreviene la sed viciosa de succionarlas y el vértigo lujurioso de sus muelles alturas. Tus firmes senos son un canto amable, sinfonía acabada que va al cielo, oteros que dan vida a los que nacen. Eterno desconsuelo en la esperanza del que mira en disimulo de soslayo, queriendo adivinar lo que no existe. Hurgando en el azar la suerte ciega de un gesto que apacigüe su impaciente deseo de gozarlos como un lerdo (iii). Yo duermo cada noche entre tus pechos mullidos, magnolias que también mojo la luna (iv), allí sueño con tus senos como perfumada almohada, allí me hundo en una felicidad amplia y cimbreante, allí voy socavando tus pudores haciéndome el niño macho, allí poseo tu blanda ternura en su misteriosa esencia maternal, allí me deshago de los años vividos y vuelvo a vivirlos ahora allí entre tus pechos maduros. Después, quizá, ya no lo sé, las garras en tus senos, colmándote (i). Eso.

(i) “Cinco poemas para Cris”. Julio Cortazar.
(ii) “Eros V”. Oscar Contreras.
(iii) “Desnudo tu cuerpo de mentiras”. Manuel Cubero (Azpeitia)
(iv) Paráfrasis de un verso de “Ninguna”, de Homero Manzi.


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