sábado, 14 de mayo de 2016

DESEABLES EXUBERANCIAS


“La espalda que bien resalga, Y parisiense la nalga; La riñonada montuosa: Decid si no soy hermosa.” Eustache Deschamps

Ansío ver tu cuerpo amplio y lleno en su desnudez provocativa y voluptuosa, sin vergüenzas ni pudores Quiero que asumas con soberana voluntad tu excitante obesidad de hembra plena, la deliciosa persistencia de tus suaves carnes regordetas, tu voluminosa lujuria abierta a los ojos profanos, a las miradas pervertidas de los lobos machos hambrientos que deambulan en tu entrono con sus falos erectos y sus filosos dientes destellando y sus manos garras buscando tus senos tus glúteos tus muslos anchos como tus carnales deseos. Ansío ver como tu piel se eriza y sientes arder tu cara y todo tu cuerpo se alborota. Ver como tus ansias locas te hacen tocarte los pechos para tratar de calmarte, pero  es peor, y más aumentan tus ardientes deseos y te imaginas que soy yo, que son mis manos tocando ávidamente tus pezones, que es mi boca que los besa y los muerde suave, pero ardientemente. Y en lugar de calmarte es más fuerte el deseo de  ser acariciada y tu sexo empieza a palpitar comienzas a tocarte y a jugar con tu clítoris hasta que sientes una sensación tan exquisita que (i) desfalleces cerrando los ojos sumergida en un clímax que te arrastra como un oleaje incesante que te deja relajada y feliz, más contenta con la vida y contigo misma. Ansío susurrarte al oído este poema liberador: “Loada sea la gordura, su grasa llena de gracia, la curva tensa y relumbrante de sus contornos. Dichosos sean los seres de ancho follaje, donde todo el que quiera halle puesto seguro para pasar la noche. Gocen de buena fama esos seres flamantes, exagerados, vivos retratos de la abundancia. Ábranles campo por donde vayan; no los hagan perder el tiempo, el peso, la vida. Convídenlos a la mesa, a la cama (sin mayores recatos ni privaciones) y celebren en público, a sus anchas, los deliciosos fastos de la gordura” (ii).

(i) En cursivas la traducción libre de su voz.
(ii) “Elogio de la gordura”. Rigoberto Paredes


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