Para MEGB, la dulce dama de las heliconias
Debió haber un pasado posible donde nos quedamos argumentando
imposibles futuros, enternecidos en una viciosa soledad. Y es que el destino en
su azar inescrutable no quiso que las líneas de nuestras manos se cruzaran en
el destello mágico de los deseos incendiados, y me dejó abrumado en la
perversión de imaginarte en sedoso lecho, albas rosas, claro ventanal,
extasiado en la imagen de esa mariposa oscura, inmóvil anhelante, imaginada en
la pálida piel de tu pubis, desnuda tú a mis ojos y al deseo de tus senos
perfumados, túrgidos, como tibias palomas que acechan, coronadas en la pasión
punzante de sus cúspides orgullosas, abrumado de húmedas honduras, deslumbrado
soportando ya en medio del día tu casta ausencia por la noche. Pero ese sino de
feroces oleajes no pudo evitar que me adentrara en las misteriosas claves de
tus embrujos, de tu elegancia natural, de esa distancia perfumada y soberana,
delicada y femenina que me devora con su quietud impura. Te veo allá ante ese
muro de piedras milenarias, en albura virginal y apasionado rojo quemante, veo
tu pálida piel desnuda y me rindo a la clara evidencia de mis sentidos, a mis
deseos de poseerte, sombra o imagen, susurro o roce, y caigo rendido a los
sortilegios de tu cercanía, y te imagino paseando tu belleza señorial por el
parque que verdea en las orillas de tu río, y soy en tu búsqueda un pájaro
multicolor que te persigue por entre los ramajes solo para vivir aunque sea un
instante el embeleso inolvidable de ver tu escote desde arriba como en un sueño
de mórbidos mármoles tibios sobrevolados por mis secretas lujurias de oscura ave
enamorada.
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