jueves, 26 de mayo de 2016

DESENFADOS


“Sabes lo que me gusta oír y me lo rezas”. Amante, M.I.

Usufructo de tus pezones invisibles coronando esos prominentes e intocables paisajes lunares, las sinusoidales dunas de arenas maternales, esas tersas curvas invocantes, turgencias que devoran mis ojos impenitentes enviciados en tus mórbidas curvaturas del último delirio. Iniciaré la travesía que va desde las comisuras de tu boca, por las altivas culminaciones de tus pezones, por la intimidad de tus axilas y la breve concavidad de tu ombligo, por los circulares alabastros de tus rodillas hasta los mismos empeines de tus pies, describiré las orbitas irrevocables alrededor de tus lunas incesantes, buscaré vestigios de tu aroma en las oquedades de mis instintos y sentirás tenues mariposas en tu vientre rozando a mano limpia tu íntima rosa enervada. Dices ‘blusa’ y juegas sin piedad con mis ansias desbocadas, con mi deslumbre claramente lunar por esas tus combas lunas tibias a medio amanecer, y puedo imaginar transparencias temblorosas, bamboleantes, mecidas por tu respiración ansiosa bajo el blanco impuro de tu máscara ingenua (i), y te dejo traficar con mis obsesiones por tus errantes plenilunios hasta que la ortografía se me hunda en tus naufragios. Déjame que viva ahí mis pequeños deseos imposibles, entre tus palomas quietas, en su tibieza atrapada en sus altivos capullos, déjame soñarme como un niño en tus dunas de arenas maternales, déjame asistir a mi suicido invocando las cadencias de tus voluptuosas blanduras… Pero ya basta de ilusorias contingencias, ahora debo seguir buscando tus escotes en  “el junco de la ribera y el doble junco del agua, en el país de un estanque donde el día se mojaba,  donde volaban inversas,  palomas de inversas alas” (ii).

(i) M.A.I.J.
(ii) “Romance de barco y junco”, del poemario Camino en el Alba, Oscar Castro, 1938.


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