No habrá abrazo de Año Nuevo,
piluchitos embebidos en champaña. Ná, será como dijiste: Año nuevo vida nueva, acostumbro a cerrar ciclos los años nuevos, te
quedan unos días, y pocos me quedaban, ya no voy a comerte tus propios
rincones, otros cosecharan lo que sembré. Ya no te diré cuáles son tus
cualidades o virtudes, no te las diré para que no abuses de ellas, pero hay una
esencial; cuando logras desatarte, te desatas totalmente, es como si cruzaras
un umbral y te convirtieras en otra mujer, no hay que llevarte de la mano por
el jardín, tu solita sales corriendo, lo evitas hasta que te sueltas y de ahí
en adelante es cosa de comerte o dejarse comer. Será como dijiste: Pasó de puro viajera casual y ni me gusta el
sexo generalmente. Excepto en cambios de luna cuando la luna aúlla su soledad
de hembra en el casi ocaso, esas veces en que uno deja el equipaje de la vida
al lado de la cama y sale a mirar por la ventana a ver si los barcos traen cartas.
Hubiera sido como dijimos jugando con el fuego: Percibo tu olor de hombre deseoso y mi flor se abre ofreciéndose /
el vaho de tu vulva hace surgir mis sudores machos / encontrando los míos lamiéndome la espalda / yo te quito la soledad
a mordisquitos, a lamidos lentos. Ya no veré ese desabillé color carne con
adornos café, así un poco dorado, que hace que se te vean mas café las
manchitas (¡bocatto di cardinale!), ni diré zuzurrando “pobreshita ta solita, cochita
menga pacá”. Al final del cuento fue como dijiste: Así, lo he manejado toda mi vida y eso tiene razones que no se pueden
conversar con nadie.
viernes, 26 de diciembre de 2014
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