martes, 16 de diciembre de 2014

ULTIMOS ACOSOS DEL FAUNO BARROCO I


(En clave final, 1/6 y 3/18)

Por el nudo de tus piernas bajando en torrente de lamidos y besos y saliva, dejando las huellas de caracol de mis deseos desesperantes, trazando sus tibias convexidades de mancha a mancha y manchitas en sus carnales constelaciones. Por esos territorios de tu muslo delimitados por la alba espuma de la sábana superior, el blanco formal con su fina línea roja y la franja gris de la sábana de allá debajo de tu cuerpo, y arriba sobre tu piel acariciándola el ruedo de la camisola de un verde agua clarito casi gris tenue sedoso con sus varias listas blancas y una que otra verde azuladas dispuestas según un misterioso código de barras que ha de indicar al vehemente vicioso cuantos besos, cuantas caricias, cuantos lamidos corresponden a cada breve mácula de ese incitante archipiélago. Y me tienes durmiendo en un sueño de tus piernas cruzadas con esa pálida piel derrochada en mis ojos profanos y esa nueva manchita que aún no conocía, que es como una luna refulgiendo en el plenilunio de tu muslo y que más temprano que tarde me la voy a comer sin sal ni aliños, así en carne viva, titilando en la avidez de mi lengua carnívora. Sobre el fondo oscuro del silencio y la hondura se iluminan tus muslos, mullidos y lúbricos, apretados entre sí sin dejar fisura por donde mi mano pueda insertarse y deslizarse por esa suavidad ilimitada y voluptuosa del interior de cada uno para ir morirme de prematura eyaculacíón ahí en el húmedo y caliente surco de su abierta confluencia.


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