sábado, 20 de septiembre de 2014

EPIGRAMAS DE LOS GERANIOS


Te extraviaste en los tortuosos senderos de los celos y las furias, en los bosques de las frutas prohibidas y en las literaturas de obvias ficciones e insensatas fantasías, fuegos de artificio, cahuines de circo pobre, carnavales y barullos, meras faramallas. Y por esa fanfarria de efes confundidas, en ese baile de equivocaciones como los desvaríos de una vloca patética te perdiste la mano que acariciaba con impudicia el interior de tus muslos, la boca labios lengua que lamía y sorbía con encantador desparpajo tu vulva ansiosa y tu clítoris sensible, tus ingles sensitivas y hasta el ceñido surco que esconde la vergonzosa florcita del sur, te perdiste las voces trabadas y sobrepuestas sobre los felinos fragmentados diciendo esa letanía de lúbricos susurros; bésame, rózame, tócame, acaríciame, mámame, succióname, penétrame, mastúrbame, y te perdiste los estremecidos quejidos de la consumación y la laxitud del después saciado. No importa, yo seguiré siendo una mezcla rara de fauno de peluche, gato al acecho e inocente niño de madre, entomólogo vicioso de la Araña Rala del Vértice, trazador lingüístico de tu soberana verticalidad sexual, untoso ensalivador de tus glúteos, pegajoso derramador de seminales licores, vúlvida bestia penetrante, fálico perpetrador, falaz pervertidor de damas pudorosas y sórdido ofendedor de desprevenidas musas exultantes, y tú te volverás a envolver en esa fría niebla de recatos desde donde yo te desnudé un día, antes que llegaran el otoño y las lluvias, e iluminé tu rostro adusto e incrédulo con las luces lejos de los barcos imaginarios allá abajo en el puerto imaginario de la noche de los besos. Y todo seguirá igual que antes del antes, como si hubiéramos sido solo rayas en al agua, huellas en la arena que ya borró la siguiente marea, rostros sin nombre y manos otra vez vacías.


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