La primavera ha despertado al lobo de su
letargo invernal, y camino y camino sigiloso y atento por la espesura siguiendo
tus últimas huellas, tu perfume atrapado en la vegetación exuberante de mi
memoria, tu piel que reverbera bajo el tibio sol de este lado de la realidad.
Tu voz en aquel sofá de aquella tarde, tus ojos ansiosos, tus manos pálidas
jugando con la cercanía del crepúsculo. He entrado en mi laberinto de deseos y
sueños, de fantasías y ansias desatadas, y ahí te persigo, quizás inútilmente,
pero la bestia en celo que me habita no lo sabe y rastrea ensimismada tus
palabras como si la primavera tuviera el poder de devolverte a la cercanía
secreta donde ambos nos encontraremos llevados por ese destino inevitable. Fue
hace ocho largos años y aun tengo en mi memoria tu cuerpo, tus pechos, toda tú.
Debes saber reina de la eterna memoria que aun late en mi piel los últimos
rezagos de esas maravillosas horas nuestras de aquel jueves único e irrepetible
en el que logramos al fin compartir y vivir nuestras fantasías y pequeñas
perversiones. Recuerdo tu ropa interior blanca, esos pechos llenos, suaves, del
tamaño justo para mis manos, con sus oscuros pezones duritos, pequeños, sensibles,
que me fascinó chupar, mordisquear, lamer. Recuerdo el sexo oral que me hiciste
como toda una maestra, y el íntimo regalo de la penetración anal sintiendo como
apretabas mi glande hasta que no pude contenerme y me derramé en ti como un
extasiado sodomita. Recuerdo ir descubriendo tus gustillos secretos, esa
masturbación mutua, yo excitado viendo masturbarte tú misma con tu dedito en tu
clítoris, y ahí supe que te gustaba sentir un dedito en tu florcita anal y que
te mordisqueen tus pezones al mismo tiempo, me calentaste mucho al verte gozar
así, y más al sentir tu dedo en mi propia florcita anal haciéndome sentir equivocas
sensaciones. Recuerdo que te pusiste detrás de mí, montándome como perritos, recuerdo
sentir tu vulva, tu Monte de Venus en mis nalgas, restregándose como si
quisieras penetrarme. Recuerdo todo lo que hicimos, te hice y me hiciste, recuerdo
que después dormí envuelto en tu suave perfume, como si estuviera en un cielo
soñado y deseado.
Septiembre 24, 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario