domingo, 21 de septiembre de 2014

PERLAS DE LOBA


Para la loba en sus destellos

Entre tus perlas de hembra ansiosa haré mi nido de macho solo, ahí entre esos pechos llenos a la sombra de sus pezones erectos viviré los placeres edípicos del largo duelo de tu lento deseo no saciado. Has buscado por el camino errado sin hallar nunca el inicio del encanto, pero ahora loba en celo entre mis brazos de mujer seducida saciarás esas perlas en mis manos. El placer es inevitable, el calor, las imágenes, los deseos, te fustigan como vahos hirvientes, como látigos sobre la piel, como bocas hambrientas en tus perlas cultivadas, en tus pezones duros de deseo, carnales frutos en tus pechos, rosados, breves, erectos, donde juegan tus dedos ansiosos. Pones tu mano con sus anillos suavemente en tu escote, sobre tu pelo negro negro y tu pechos pálidos, cuantos buceadores navegaran ociosos y ahogados por tus mares profundos en busca de esas perlas, del hermoso espectáculo de esos pezones erectos, breves mástiles tibios sobre suaves dunas, sus aureolas solares atacan los sueños, urden pecados en el tacto de su llena belleza, duros elementos de los deseos, rosadas banderas de las ansias que atacan, vencen y humillan al que alcanza el secreto, tus pechos duermen como palomas asesinas, déjame sufrir su distancia y su belleza, diosa de nácar y madreperla. Se adivinan las perlas turgentes bajo el suave rosado de la tela y tu respiración eleva esas colinas en un ritmo de ansias contenidas, porque el transparente negro (juego erótico de la bata y tu pelo) no alcanza a ocultar tus deseos. Tu mano despierta tus pechos y un pezón se asoma voluptuoso, contraste carnal sobre tu piel pálida, botón de fuego que enciende la mañana. Tus perlas amaneciendo loba impúdica entre tu negro pelo y el negro escote son la perversa venganza de la hembra herida, que intocables en terrible distancia agrandan, endurecen, erectan, la carnal voluptuosidad del lobo. Esas pálidas perlas loba lúdica, llenas, suaves, tibias, de tiernos pezones y tenues aureolas, urgen los deseos de machos solitarios que en ardiente celo te buscan ansiosos en la maraña de un bosque de voces. Son tus perlas desnudas loba lúbrica el rastro persistente que huelen y siguen en desesperadas jaurías nocturnas tus enviciados y jadeantes sementales.

Por el 2006


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