jueves, 18 de septiembre de 2014

OJOS MAÑANEROS


“El deseo es un impulso centrípeto, es ampliar el mundo: cada adición es la huella viva del yo amante.” Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Zigmunt Bauman, 2005.

Imágenes de los negros vuelos de tul y sedoso frufrú en contrastes con la suave palidez de sus muslos inquietos, instrumentos de dulces suplicio del que ve y no toca roza acaricia lame, del que no puede insertar su mano lujuriosa entre ellos, del sátiro incauto que se emborracha en sus visiones. Una desatada cinta rosada divide la densa sensualidad en dos placeres golosos, el misterio siempre oculto de tus pechos y la sabrosa humedad de tu vulva flor abierta a las obscenas vertientes del sexo lamido o penetrante. Te observan todos mis ojos de la mañana en su morbo y su insistencia, desde las pequeñas sombras de los rincones, desde las breves penumbras que acogen los objetos enfrentados a la tenue luz mañanera del cuarto, sin saber que te espío te desnudas lentamente envuelta en tu propia reverberancia, alzan sus vuelos las negras aves del deshabillé desnudando las mórbidas carnes deseadas. Vas a la ducha, el agua caliente te infiltra de deseos y socava tu resistencia, tus renuencias y tus reticencias, deseas. Sales del agua reluciente, y las pequeñas gotas transparentes se deslizan por tu acuciante desnudez tal como sueñan mis manos ávidas de ese roce tibio e impúdico. Te miras en el espejo, miras tu cuerpo con ególatra curiosidad sexual, te sabes y sientes vigente, incitante aun, excitante desde siempre, hembra de ardores y de rubores, sacra impenitente, vestal y esfinge. La toalla te va besando dirigida por tus manos sin vanos recatos, instadas al atrevimiento solitario, quizá algo termina de suceder entre quejidos y espasmos, pero de esas íntimas instancias ya no hay registros.


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