Estoy siempre contigo, ahí en la tibieza de
tus pechos, tierno y sumergido. Voy en ti, entre tu body y tu piel, lamiendo tu
cuerpo entero mientras caminas por el día, apegado a ti para que sientas mis
deseos. Me deslizo vehemente entre tus muslos como un caracol en celo
primaveral. Vago subiendo por tus piernas en constante caricia, recorro bajando
el suave paisaje de tu espalda, vértebra a vértebra, subo por las combas
deliciosas de tus glúteos y resbalo hacia el surco ceñido donde late tu
florcita del sur, ahí lamo beso penetro con mi lengua ensalivada la apretada
flor en su escondido jardín. Huelo el nacarado de tus uñitas, huelo el aroma
secreto de tus axilas, huelo el ansioso perfume de tu vulva, niño macho me
incrusto en ti, en las vivas ternuras de tus manos, en la caliente humedad que
te invade cuando te beso, me inserto en las mullidas plegaduras de tu desnudez íntima
y voluptuosa, te miro desde los espejos, desde los vidrios de las puertas, en
los cristales de los anteojos que te miran insistentes, mis ojos traspasan la
tela que me oculta tus senos y se aferran sorbiendo de tus pezones. La noche se
acerca sin tu cuerpo tendido en el lecho, sin tu olor de mujer seducida, sin tu
sudor en el sabor de mi boca, sin el cosquilleo de tus vellos púbicos enredados
en mis dedos. Te pienso con la insistencia del atardecer, volcada en el lubrico
crepúsculo, abierta hacia la noche del falo que te espera erecto y penetrante. Me
vierto macho potro en ti hembra potranca, te cubro en bestiales embestidas, te
monto jineteándote cabalgando tus deseos hasta tu orgasmo.
jueves, 18 de septiembre de 2014
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