domingo, 28 de septiembre de 2014

VUELVO A ESA ENSOÑACION


Fue un atardecer ya noche que cruzaste el puente soberbia y alta en un tiempo más antiguo que el recuerdo, hermosa, altiva y adusta te dejaste seducir a sabiendas, volcaste los jarrones de los lirios y disgregaste en arenas invisibles las fantasías que me anegaban en el sopor de los imposibles. Así echaste abajo la puerta el portón el portalón de los sueños arrumbados en el rincón de lo que no podía ser para que vinieran los intensos y maravillosos tiempos de lujuriosos empalagos y atrevidas búsquedas y sexuales exploraciones, de cercanías impensadas, de misteriosas convergencias. Así dejaste crecer por los muros de mi soledad ese musgo que se parece tanto a las algas del amor. Por eso ahora, te surco en la palabra, te penetro en el verbo, porque tu corazón cansado logró lo que no pudo el destino insistiendo por los años y los lugares. Lamo las eternas cicatrices de tus memorial para siempre, los breves rosados sobre tu cuerpo de largas piernas, los tacos altos del mismo rosado, persiguiéndonos acoplados como bestias sagradas sobre el sofá de antiguas monarquías, sobre la alfombra del cuarto de los libros, sobre tu lecho frente a la luminosidad de la mañana dominguera que horadaba el amplio ventanal para espiar nuestras ardientes ceremonias. Te escribo describo para volver una y otra vez a poseerte en los tormentosos torbellinos de las cópulas mañaneras, los cunnilingus y las felaciones de las tardes del ocio compartido, en los fuegos abrasadores de las pocas noches en que poseímos las horas a destajo, en las inocentes y lúdicas sodomías, en el café bebido entre las voces en continua ensoñación, en la perla viciosa de los ritos bestiales, en el amiguito fálico escondido entre tus ropajes y tus carteras, en la desnudez en desparpajo como un jardín inicial y también en la lluvia y el ceibo del patio grande como un paraíso recuperado. Vuelvo a tu vulva lamida y saboreada hasta el hartazgo y más, a mi miembro succionado y gozado hasta la hartura, a los deleites que se soñaron allí vertidos en la plenitud del encuentro destinado, vuelvo a ti intentando recuperar ese atardecer ya noche cuando cruzaste el puente en un tiempo más antiguo que tu maravilloso recuerdo.



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