domingo, 7 de septiembre de 2014

PALOMA INENCONTRABLE


Te busqué por la tarde que se me venía fría y nublada, con la aspereza de su vacía consistencia sin la silueta de tu cuerpo en su desnudez arremolinada que me invade e inunda como un oleaje salvaje que se extiende con su voluptuosidad excitante entre tus tetes y la tibia dureza de tus rodillas. A contracorriente de la pura sensualidad que va subiendo como una marea sexual desde la punta de los dedos de tus pies hasta la negra noche de tu pelo en una desatada marejada de brillante azabache. Te busqué en las grieta de los muros atardecidos, en las sombras somnolientas del jardín, en las junturas de mis deseos machos, en la incipiente erección de mi verga que intuía tu nido en el entorno lujurioso de los días desvencijados sin tus imágenes detrás del cristal donde te me apareces en tus quemantes juegos de paloma esquiva. A favor del viento de las lúbricas intenciones de poseerte en tu propio lecho penetrando las húmedas y estrechas honduras de tus instintos de hembra ilimitada y abierta a los punzantes apremios de su potro pervertido. Te busqué espiando y deseando en las hendijas de tu día por la tarde de tu descanso mientras te desnudabas en la soledad de tu cuarto y caminabas desnuda buscando mis ojos mirones en los espejos donde me dejabas ver tus amplias palomas mullidas con las rosadas aureolas de tus tetes y la hirsuta selva de tus vellos púbicos y la sinuosidad de tus caderas y tu espalda y tus muslos y tu vientre y tus nalgas y tus labios con la sonrisa del dulce pecado de la carnalidad expuesta en todo su esplendor mientras va pasando la tarde en que te busqué ansioso y erguido sin poder encontrarte.


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