Siempre la pienso por los bordes de las
lluvias sola caminando o desnuda sobre el lecho esperando, pero ahora estaba en
el balcón, solo con una bata transparente que traslucía con perfección
inquietante su silueta sensual y contoneante, provocativa movía su cuello como
buscando el ángulo en el cual sus penas se volaran, su manos ávidas vagaban por
su cuerpo explorando las álgidas comarcas de sus deseos, me acerqué silencioso
y la tomé de las caderas, me restregué contra ella fogoso y erecto aspirando su
perfume, sé que sintió mi virilidad endurecida en sus nalgas pues lanzó un
breve y apagado quejido, no se volvió, sino que comenzó a seguir mi juego de
impúdicos restriegos, lentamente alcé la bata y dirigí mi miembro de abajo
hacía arriba buscando su flor abierta y húmeda, sentí su caliente néctar
embebiendo su vulva y la penetré de un envión, dio un respingo y coqueta
excitada movió hacia atrás y abajo sus mullidos y suaves glúteos para
insertarse aun más mi falo penetrante, hubo un vaivén desaforado, besé y
ensalivé su cuello mientras la poseía como una bestia desesperada, ella seguía
el ritmo en un silencio acesante hasta que sentí las primeras contracciones
orgásmicas de su sexo empapado y eyaculé copioso apegándome a ella como un
naufrago al madero de su salvación, nos quedamos quietos piel a piel
recuperando la razón de la realidad, ella no quiso volverse mientras yo me iba
desdibujando sobre el balcón donde ella soñaba sola necesitada de dulces
ternuras que le quebraran el día, apasionados cariños que borraran su
melancolía, impúdicas caricias que la desataran y la fragmentaran en una arena
caliente y la disgregaran por la modorra de la tarde para que naufragara en sus
atávicos deseos.
domingo, 21 de septiembre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Què increìble...tu magnifico texto lo siento como una respuesta o continuaciòn a un poema que realicè hace mucho tiempo, llamado DAMA DE LA LUNA ESMERALDA.
En cierto peculiar lugar,
donde la entelequia vive,
una dama de mirada opalina
y alabastrina tez;
observa nostálgicamente,
desde su alféizar,
La luna de jade color;
mientras su
espíritu transita
por momentos entrañables:
recuerda sátiros
de dulces flautas,
que le regalan melodías
con fogosas miradas;
acompañados por
un séquito de
ninfas de risa fácil y
pies alados…
suspirando ,
con resignación,
la dama de la luna esmeralda
se aleja
lentamente
de
la
ventana.
Publicar un comentario