A partir de las
palabras de Ma Be Vica.
Irrumpió la fantasía con mi mano sobre la tuya,
y un fugaz resplandor se posó en tu lejano ausente rostro inexpresivo, asustada
deliraste con la imaginación vivida sintiendo el gozoso embrujo de los roces,
los restriegos en una estrechez consumada. Estuviste entonces esquivando tu
mirada pecaminosa porque además de ese imaginario tocamiento sentido te ilusionaste
con la loca fusión de nuestras bocas ensalivadas y embebidas de besos y
mordiscos como una revelación escondida. Imaginaste nuestros cuerpos trabados en
los candentes delirios de una cópula imposible. Todo tendió a la voluptuosa
culminación de los deseos, al perverso embrujo de la lujuria solitaria en un
misterioso ámbito de ilusorias sensaciones. Te detuviste en mi erguida virilidad
con ocultos y delicados estremecimientos, bajo el mágico arrobamiento de mi impúdica
desnudez en desparpajo. Yo que venía sin saber imaginado, encopé tus pechos y
sentí en las palmas de mis manos la punzante protuberancias de tu pezones, y
busqué abajo la mullida duna de tu Monte de Venus intuyendo la tibia humedad de
tu sexo. Lo sucedido después se confundió entre los cómplices secretos de la
soñadora y el soñado. Y luego de nuestros muy apasionados estrechamientos levantaste
los caídos vestidos mientras yo me iba diluyendo en tus rutinas. Y todo sucedió
en un lento mínimo momento con una sensual intensidad instantánea. Quizá todo
fue cuando te di la mano y te sentiste muy ansiosa, aunque tus ojos ya me
habían visto desde hacía mucho tiempo, quizá ese leve tacto fue lo que incendió
tu gran imaginación fogosa.
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