En découvrant
l'appareil
Ambos desnudos en el lecho de las fieras
recortadas, inicio de besos ensalivados de hambrientas bocas abiertas, de
lenguas entrabadas con furiosas ansiedades, caricias recorriendo las desnudeces
hasta en sus más íntimos escondrijos, dedos curiosos surcando penetrando
humedales y calenturas, manos que soban presionan aferran masturban. De súbito un
zumbido se desliza entre ellos, un insecto voraz de perfecto diseño ergonómico
que penetra la capas más profundas de la piel, pequeño, inofensivo y portátil, blanco
gris celeste, se inserta en la frondosidad lujuriosa del delirio sexual, invocando
el tecnológico goce corporal, quemando calorías, tonificando y relajando los
cuerpos, abierta ella y erecto él, aumentando la circulación de la sangre en
los sensibles y gozadores órganos genitales, aliviando las tensiones e
incitando a un escabroso carnaval muscular. Agazapado va masajeando eficazmente
glúteos, abdomen, muslos, piernas, brazos y más, mucho más; los enteros cuerpos
a lo largo vuelta y vuelta de cuello a pies con el cabezal de cuatro esferas, el
pubis femenino y las nalgas masculinas con el cabezal de ondas, el clítoris punzado
con cada uno de los botoncito del cabezal de seis dedos, el falo frotado rotando
con el cabezal de los tres rodillos, adaptador dentellado que afloja los
tejidos superficiales de la epidermis y anima la densa secreción seminal. Y se
pervierten y se envician explorando las múltiples contracciones musculares que provoca
la asociación de las cabezas de masaje y la lámpara infrarroja integrada en el
corazón del bicho perverso que calienta las zonas erógenas, y a su selector de
velocidad que permite aumentar o reducir la velocidad de rotación según la
cercanía al orgasmo o la eyaculación, aflojando los precisos tejidos musculares
nerviosos involucrados en la cópula y las masturbaciones. Ambos desnudos en el
lecho de las fieras escindidas se entregan ahora desaforados a los insectuales
desenfrenos del sórdido escarabajo.
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