lunes, 2 de marzo de 2015

NITIDA SOMBRA DE VENUS


Y mi escritura te pervierte y te posee, te rompe en silabas susurradas, te fragmenta a veces en grafías obscenas y te retrata verbalizada por los siglos de los siglos en los furtivos encantos del orgasmo. Allí desnuda en la palabra, seducida, manoseada, masturbada, poseída, penetrada, te derramas, te viertes, te deshaces en una fina arena caliente que escurre entre mis manos ávidas de tu lascivia carnal, de las estremecedoras perturbaciones que me infieres en las lunas diurnas de tu demoníaco estro permanente. En las vocales, escaldado mi miembro por las aguas hirvientes que nacen en la profunda humedad de tu vagina o en relente lubricante de tu vulva o en la saliva incandescente de tu príapica boca succionante. En la frase que te enciende, y te vuelca hacia el estupro o la frágil sodomía en tu densidad acuosa, delicada manipuladora testicular, disfrazada gata en celo vagando por todos los tejados posibles, infiel por la gracia imperecedera de tu divina sexualidad desbordada, enmascarada meretriz. En el impúdico texto sobre tu piel, tus pechos, la línea axial de tu frontispicio, de frente a perineo y antes por el cauce oloroso de tu vulva, narrada en lúbrico ecfrasís en tu exultante morbidez, sobre tu piel, tus muslos, la línea central de tu espalda, de cervicales a cóccix y más por el surco entre tus glúteos, descrita poro a poro en tu subterránea osatura esencial. En los párrafos del fornicio que te contiene con las piernas abierta, receptiva anhelante, ninfomaniada, enlamida, y en el palimpsesto que escribí sobre otros antiguos manuscritos con mi semen demorado en la tensa superficie de tu vientre voraz. Sin nomenclaturas ni significantes queda el eco imposible de transcribir de la perfilada dulzura de tu voz deslizándose angelical por aquella manhã de carnaval. Porque en el principio eras el verbo, plena eres ahora de golosas indecencias.


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