Para A.G.
¿Entonces dejarías que te
acariciara con la vehemencia del macho en celo, con la erección punzando tus
piernas, tu vientre, tus nalgas?, ¿dejarías que te desnudara en la penumbra
hasta dejar tu piel desnuda temblando ante mi virilidad endurecida?, ¿dejarías
que besara entera con vicio, con deleite, con la impudicia del deseo vivo, con
mi lengua reptando húmeda por los rincones sensibles de tu feminidad mas
intima?, ¿dejarías que succionara tus breves pezones con la fruición del amante
edípico y el salvajismo del semental insaciable?, ¿dejarías que bajara con mi
boca en besos desde tus pechos soberbios hasta el secreto ambiguo de tu vientre
de hembra clitórica?, ¿dejarías que mis labios apresaran el tierno falo
femenino y sensible que anida oculto en tu pubis para erectarlo mientras tu
rostro enrojece?, ¿dejarías que te volteara en un bocabajo sensual y rendida a
mis ansias abriera con rudas manos los suaves montículos de tus nalgas para
hacer florecer tu capullo?, ¿dejarías que te penetrara una, dos, tantas veces,
asesando, rugiendo, aullando como un macho que posee a su hembra en medio del
bosque de sus sueños?, ¿dejarías que eyaculara en ti untándote, empapándote,
impregnándote, llenándote de mi semen quemante con tus gritos urgiéndome a
seguir, seguir, seguir? Te lo pregunto porque si me dejaras hacer todo esto
podrás sentirme dentro de tu ser y disfrutarías de mi virilidad en toda su pervertida
ternura desolada y quedarías extasiada envuelta en el juego del acoso y la
consumación y no te separarías de mí hasta devorarme como bestia hambrienta de una otra misteriosa lujuria.
2008
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