Embriagado de ti entre tus senos
duermo incrustado en la tierna sinuosidad de tu cuerpo. He vertido en ti la
savia de mi desesperado deseo, has recibido la semilla de mis eternas
soledades, la noche se extiende justificada hasta el alba. Me sumerjo en el
fuego desesperado de tu cuerpo, en su greda tierna para amasar tus pechos, en
la tibieza y la tenaza de tus muslos, en la soñada almohada de tu pubis, en la
húmeda mariposa perfumada. Busco tu rostro pálido con tus ojos de hembra oculta
esperando, y te sueño y sueño, náufrago desesperado, y no te encuentro. Vuelvo otra vez a caer en pervertidos
instintos para urdir en tu entorno una trama de deseos, para escapar del mar de
tus ojos, del tibio tacto de tus manos imaginadas, de tu piel que abruma en
cercanías, para huir de tu imagen sin perderme en lúbricas sombras anhelantes,
sin perder el rumbo de los días, extraviado sin el mapa del turbio sendero de
las locas lujurias que llevan a ti. Encantado por tus ojos limo el tiempo en
que no estás y dejo que desgastando las horas sobre tu imagen aniden altos
sueños de su aguamarina final. Irrumpo abrumado en la perversión de imaginarte
en sedoso lecho, albas rosas, claro ventanal, extasiado en la imagen de esa abierta
flor oscura inmóvil anhelante en la pálida piel de su pubis. Desnuda tú a mis
ojos y a las ansias, tus senos fragantes, túrgidos, como tibios pájaros que
acechan coronados en la pasión punzante de sus alturas orgullosas. Abrumado,
extasiado, soportando ya en medio del día tu casta ausencia por la noche.
2005
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