Tentaciones que te amanecen
palpitando entre las ciegas lujurias de la noche, en los sueños insensatos que
se escurren entre tus dedos con las dolorosas luces del alba, del naciente que
ruboriza tu inútil desnudez sofocante. Humos de tiempos irrecuperables, polvo
triste y cenizas tibias, arcillas que no fueron gredas en tus manos suaves de
sensual ceramista, que amasaron el vacío del insomnio donde el deseo fue
demonio o tormento en sus ardientes arenas. Atrevimientos atrapados en los
circulares muros de tus recatos o miedos o desilusiones, furias de la
carnalidad aun vigente que no asume los misterios de tus voluntarios celibatos,
densa oscuridad en donde el sudor ilumina tus pechos ansiosos. Negaciones de
las últimas instancias del desespero, antes de la flor abierta, del erguido
hierro, de la inserción que se hunde en ese éxtasis salvaje que es lo único que
quiebra y fragmenta la perversa fugacidad con que la hoguera del desamparo va
quemando las resecas maderas de los días. Insistencias contra tu delicado pudor
de otoño o de cansancio, boca que te besa por las quietas sinuosidades de tu
cuerpo en sus voraces escurrimientos, manos que te arden en la voluptuosidad
invencible de tus muslos, piel en tu piel incinerando la leña palpitante antes
que aquellas aguas del desamparo te aneguen incesantes. Ausencia perturbadora e
inquietante que se te va quedando tatuada en el rincón de la piel incendiada,
en los resquicios que dejas para ser crucificada en el lecho aun tibio mientras
se consuma en la timidez de tus ojos la intensidad del roce que no apaga los
lúbricos fuegos del desencanto.
domingo, 29 de marzo de 2015
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