Pour le même papillon
Decirte que deseo hacer contigo
en un poema, decirte que me dejaría poseer por tus deseos, cualesquiera que
estos sean, quedarme quieto, desnudo ante ti, el guerrero en descanso,
esperando tus manos o tus labios o tu lengua que lo despierten, lo lleven a
erguirse, duro y suave, anhelante, latiendo como una torre carnal, viva. Sentir
que tus manos recorren todo mi cuerpo acariciando, tocando, hurgando, hasta los
rincones mas ocultos, en los lugares mas míos, ser para ti un cuerpo ardiente
dispuesto y entregado a tus caprichos, tus exploraciones, tus malas
intenciones. Y después ir yo a buscar tus ansias, apresar en mis labios tus
pezones erectos, tus senos tibios, mis dedos suavemente buscando en la obscena
selva de tus bellos púbicos, el clítoris erecto, los húmedos labios verticales,
mis dedos embebidos de tu néctar sexual, y mis manos abriendo esa delicada
puerta a mi lengua rígida y quemante, y allí llevarte a los limites del placer.
Entonces, agotadas las cercanías externas, penetrar en ti, como el macho desesperado
en la hembra desesperada, hundir en ti al guerrero vigoroso, sentir en él los
latidos de tu vulva ávida, y en un maravilloso y compartido juego de
movimientos, sudores, susurros y quejidos, llegar como un solo cuerpo al clímax
de nuestros íntimos deseos. Porque mis deseos de ti solo se atenuarán, por
leves intervalos de tiempo, cada vez que se estrellen contra tu cuerpo
ardiente, solo ahí habrás agotado al guerrero, que tiernamente se esconderá
entre tus recovecos carnales. No sabes como te busca, como se estremece mirando
tus recatadas imágenes, como te imagina desnuda sobre nuestro primer lecho,
esperando que el se hunda en ti, tengo que calmarlo con mis propias caricias
solitarias, sentirme adolescente furtivo y tocarlo, y así furioso y erecto
dejar que agote sus ansias de ti.
2001
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