“Tus pies de hueso arqueado,
tus pequeños pies duros.”
Tus pies. Los versos del Capitán. Pablo Neruda
Escurro fluyo como agua
hirviendo, saliva quemante, fluidos del deseo por tus muslos de mármoles
paralelos, por esa suavidad excitante de tu piel lamida o por lamer en las
épocas de las lluvias, de los campanarios y la hierbabuena, y un sabor a
chocolate menta voy paladeando cuando mis labios lengua manos dedos escurren por
ti fluyendo como aguas sexuales en la saliva que te quema y enciende la nerdioza densidad de tus fluidos del
deseo contenido en tus pudores malvenidos a contrapelo de tus soberanos
instintos. Tú ahí de pie como una escultura de cálida textura esperas, exhibes
otra generosa e inquietante desnudez, muestras los eróticos atributos que
erectan príapos, yerguen falos, erigen miembros, entreabren bocas sedientas, y
dejan un tumulto de visiones insaciadas, de territorios aun inexplorados por la
curiosidad obscena y la ansiedad punzante del macho ebrio de tus dones y de las
ganas de poseerte sobre el mismo lecho de las alturas en las épocas de las
lluvias, de los campanarios y la hierbabuena. Y las constelaciones de tus
piernas giran en torno a masturbaciones y eyaculaciones, a tus orgasmos y a las
perturbadoras instancias del coito que vendrá a desatar en las penumbras de una
tarde los quejidos ahogados de un éxtasis insoportable. Las rotulas y los
tobillos, los largos deditos de tus pies, los oscuros granates de tus uñitas
allá abajo sobre el oscuro verde que te quiero verde, y el rojo de intensos
fuegos de pervertidas lujurias que se rinden a tus pies sobre un reino de
rieles, calles y casitas de colores.
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