sábado, 7 de marzo de 2015

LAS TRES TENTACIONES


“Te brindas voluptuosa e impudente, y se antoja tu cuerpo soberano”. Caro Victrix, Efrén Rebolledo, 1916.

Ebúrneos, pálidos, marmóreos, tus muslos se solazan en su brioso exhibicionismo repartido en un ansiado tríptico de tentadoras visiones, que me dejan allí inserto atrapado en esa uve de vocal veneración vulva y vendimia, en ese ángulo que se abre a los fálicos requerimientos y se cierra por las furias tormentosas de los celos. Recostada sobre el verde prado con florcitas del edredón impasible expuesta a mis ojos que se urgen en penitencias derramadas sobre ese límite infranqueable que aflora en el margen como el piloso horizonte por donde debiera amanecer la negada vulva esperada, para ella mi boca guarda los gloriosos orgasmos de las tardes venideras, cuando vuelvan las lloviznas a  decretar impuros atardeceres con olor a mar lejano, tabaco y hierbabuena. En esos ralos y negros vellos rastrojearé los frutos y los fuegos desesperantes del erótico raleo, los humos y las brasas, la consistencia escurridiza de la pequeña carnalidad de tu clítoris que ahora lingual y voraz afano imaginario. Sentada en negro cuero, dominatrix exultante, frente al espejo particionado, repetida en la penumbra donde refulgen los breves granates de tus uñitas pintadas. Y también de negro el recato que empalidece aun más tus muslos como un resplandor lunar anhelante sumido entre las suaves columnas guardadoras del templo de los sumisos lamidos y las sacras eyaculaciones. Tus muslos y sus constelaciones, soles mariposas corazones estrellitas dispersas y las Tres Marías quietas titilando mientras demuestras tus delicadas impudicias y el erecto deseo rasga la mañana en su lúbrica eternidad. No obstante, me quedé esperando que tu mano abriera tu rosa a su íntimo rocío.


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