miércoles, 4 de marzo de 2015

RENOVADAS INSTANCIAS CONTRA AUSENCIA


“Todo lo que el hombre testifica lo hace en cuanto imagen y el mismo testimonio corporal se ve obligado a irse al pozo donde la imagen despereza soltando sus larvas”. Analecta del reloj. Las imágenes posibles I. José Lezama Lima, 1953

Renuevas las brasas que te esperaban por las dulces mañanas de tu tierna y tímida impudicia, cuando no espigabas las gavillas sino en la era separabas la paja del dorado grano e ivernabas sujeta a las premoniciones de las lluvias o al sereno que dejaba el rocío escarchado sobre los mustios ojos mirones atados a los turbios recatos de tu arrogancia perturbadora. Incitas los adormecidos deseos de tu cuerpo flagrante a cometer los pecados contra el decoro, estilas furiosa tus inconsumados jugos nocturnos y así haces verter lechosas densidades descorriendo el cobertor con su sísmica trama repitiendo los estremecimientos del fauno obsesionado con tu vulva invisible, superándote a ti misma borras de un piernazo otras musas que intentaron reemplazarte. Caracola negada capturas las manuales vehemencias del desespero y el draconiano celibato con el varietal que escanciaste agrio por tu ausencia o transparencia, por tus perdidas tentaciones exhibicionistas, por tus muslos, por tus muslos, por tus mismísimos muslos, pálidos, desnudos, con sus manchitas desplegadas en sus solsticios abrumadores. Alzas ahora el mástil del sórdido navegante arrastrando al arcón de las lúbricas ansiedades, y contraviniendo tu egoísmo de musa incandescente, el desparpajo en pudor concebido del muslo subiendo a la penumbra y el intuido abismo de tu rodilla que se despeña hasta tu pie de seguro con las uñitas pintadas, el mórbido pliegue de tu vientre, tu ingle con sus hirsutos vellos oscuros, selva olorosa en un provocativo cauce paralelo; por ello, tú, que urgías el acróstico que hiciera de tus piernas monumento has sido saciada.


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