Para aquellas íntimas driades
Puedo pensarte a través de la
noche, atravesar la ciudad que duerme, llegar a tu lado invisible y
sorprenderte ardiendo en tu lecho en silencio con el mismo fuego que llevó me
hacia ti. Allí tu vigilia es esa leve inquietud en tu cuerpo dormido acusando
silenciosa la intensidad con que te pienso. Puedo buscarte mariposa evasiva entre
la quejumbre de sueños que desbastados por los años de sombras reconocieron tu
voz en el silencio. Asirte en medio de tus ansias, asustada ante las palabras y
deslumbrada, casi dormida entre susurros y el corazón inquieto. Embriagarte en
cercanías aun sin tocar tus alas. Rescatarte del tedio de tus días, de las
noches, las tormentas, las ausencias. Puedo declararte ninfa del bosque del
deseo, ungirte con el agua de la vertiente de mis sueños vegetales, oscuros,
embebidos de la humedad las selvas que fluye en los breves arroyos hasta los
torrentes de los anhelos. Conferirte todo el mágico poder sobre las sombras de
mi espesura, sobre las hojas resecas del otoño, sobre las frías lluvias del
invierno, sobre los capullos de la primavera y sobre la madurez total del
estío. Proclamarte la Driadé intensa que acecha entre el verde follaje de las
noches de mis insomnios, fugitiva y lúdica, siempre deseada. Duermes, mi mano
se escurre furtiva y lenta por el suave interior de tus muslos, hay un leve
aletear de mariposa entre tus piernas, mis labios apresan tus labios. Tu mano
sutil roza despertando el animal que acecha inquieto. Permanecemos casi
inmóviles boca con boca, solo las manos hábiles. Es noche calurosa en medio de
este inicio de otoño, tu lecho arde en la penumbra ansiosa, cruzados los
cuerpos en convergentes deseos e íntimos sudores, desatados los anhelos, las
bocas entreabiertas. Si allí te estremeces dormida bajo el oleaje de mis
impúdicos tocamientos, aquí mi mano es tu mano que acaricia la trémula piel erguida
y ansiosa.
2001-2008
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