viernes, 13 de marzo de 2015

BAJO LA PIEL SEXUAL DEL LEOPARDO


El salvaje desenfreno de la jungla, sus vapores calientes subiendo por la húmeda fronda vegetal, perfumes de orquídeas y sudores de fieras en celo profanando la penumbra emboscada, el acecho macho sobre la hembra derramada en su impudor exuberante, en la obscenidad que se brinda como turbia tortura seminal, el descaro entre la intensas flores abusadas y los altos engendros de las pervertidas fantasías, atrevimientos sinuosos con la elegancia de una leopardo hembra en celo, su prestancia felina, la delectación de saberse y sentirse deseada hasta la masturbación, ese empíreo manual que contiene el pecado y el más primitivo fruir sexual, la salacidad de pensamiento, palabra y  obra, el vestigio de lo inicial que permanece con el mismo esplendor de su exhibicionismo incesante, de la venérea contemplación de esos mórbidas pechos con sus pequeños pezones sensibilizados por mano propia en el juego de encender excitar erectar, sigilosa bajo la piel sagrada del sangriento felino, mimetizada en los lúbricos matorrales orgiásticos, acechando voluptuosa como un escabrosa esclava de los ardores del amo, doncella seducida por el depravado cortejo de la bestia ancestral que desbocó sus instintos, abrió sus pudores y la hizo deseada para siempre, ella, abierta flor incitando en los festejos onanistas del íntimo carnaval que va sucediendo en la selva ardiendo con los fuegos feroces de la lujuria impenitente,  baja, gira, glúteos canal muslos canal anal, gira, nido mano allí rozando ofreciendo, acá la mano propia sigue y sigue, sube y baja, prepucial viciosa gozadora, continúa aferrando, apretando, masajeando, y después de la deliciosa eyaculación a ojos cerrados, estrujando. Se esparce por la espesura un aroma de macho saciado que evoca en la hembra las perdidas fragancias de la cópula.


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