jueves, 27 de noviembre de 2014

YO PECADOR


“Quia peccavi nimis cogitatione, verbo et opere; mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa”. Confiteor.

Acuérdate de este pecador cuando enjabones tu cuerpo aun semi dormido en las mañanas de las sábanas vacías, de mi saliva ardiendo en tus poros desiertos, de mis manos sobre tus nalgas soberanas, en las curvas inquietantes de tu espalda, en tus pechos misteriosos negados ocultos prohibidos, entre tus muslos sobajeando esa convexa suavidad voluptuosa, insertadas hambrientas en tus ingles, sobando tu vientre tu pubis y surcando tu vulva abierta en su densa vertiente. Acuérdate de este pecador en tus turbiedades y en tus desamparos, y en los escasos orgasmos que te inflinges durante tus esquivos ardores. Que cuando el agua tibia escurra por las sinuosidades y ondulaciones de tu mórbida carnalidad desnuda tus manos encuentren los áureos senderos que dejaron las mías y te sumerjas en las oscuras y pervertidas aguas de este pecador sin perdón por los siglos de los siglos. Acuérdate del atardecer de menta y limón, de las primeras luces marinas del romántico crepúsculo, del alto nocturno de las fieras y la cópula, de mi boca en tu boca, de mi sexo en tu sexo, pecadores desvergonzados en la gracia de impuros deseos. Yo, pecador, me confieso adicto a tu piel tus sudores y tus sabores, admito que he pecado enviciado de sucios pensamientos, soeces palabras y algunas tardes he gozado de los mágicos deleites de mi miembro insaciable en tu jugosa flor abierta, por mi lujuria, por mi depravación, por mi incontenible e insaciada sexualidad de macho niño solitario. Acuérdate de este pecador cuando en la infinita soledad que te acosa te muerdas los dedos suspirando (i).

(i) “Te apreció mucho pero el sexo me tiene colapsada”. La Condesa Inconclusa.


No hay comentarios: