Te borraste, desapareciste, te
hiciste transparente inubicable ni siquiera difusa, ah! maldita hembra deseada,
me encantan tus furias, me excitan, me hacen sentir un dolor intenso, oscuro,
terrible, como sal en una herida recién abierta, me gustan tus furias de reina
mala, de hembra apasionada, de arpía sangrienta, porque me hacen desearte más
aun, con deseos violentos, con ansias pervertidas, con oscuros desasosiegos y
lujuriosas excitaciones. Mordería tu oreja hasta que grites, te besaría con un
amor salvaje para hacer sangrar tus labios y beber así tu odio en su destilado
más puro, me incitas a pecar en ti y por ti, a buscar la soberbia de poseerte,
a ver en tus ojos las maldiciones que tu embrujo harán caer sobre mis sombras,
me excita saberte enrabiada por mí, buscando dentro de tu amor furioso y
posesivo los afilados estiletes del odio, me da miedo también, un miedo
inevitable a perderte, a no volver a saber de ti, ni escuchar tu voz, ni leer
tus celos de reina imposible, a quedarme para siempre solo con tus pocos
retratos, mirándolos una y otra vez con la amargura del que todo lo tuvo y todo
lo perdió. Tengo terror a que desaparezcas de mi vida, a que el nombre de tu
ciudad de tu barrio de tu calle ya no signifiquen nada para mí, a que mañana
despierte y me dé cuenta de que todo fue un sueño de sexo tras cristal, de
vehemencias manuales y digitales, que tú nunca exististe, y que todo volverá a
ser como antes, antes de ti, cuando tascaba mi soledad sin esperanza de encontrar
una excitante ninfomaníaca perturbada que reinara sobre mi.
2008
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