martes, 18 de noviembre de 2014

PALOMA ENSOÑADA


Para A. C.

Un sueño es besarte bebiendo el sabor de tu saliva y embriagarme en tu noche desnuda, abarcar con mi boca hambrienta el todo ancho bipolar de tus palomas, y seguirte soñando. La tarde se tiñe de tu aroma, de tu sabor encantado y deja los ojos entrecerrados para soñarte con todos los deseos posibles. Hurgo en el nítido recuerdo de tu cuerpo buscando sus tibiezas, sus sensuales lisuras, sus tactos lujuriosos, sus íntimas humedades, hurgo y desato en ti mis lúbricos sentidos para seguirte soñando. Tu piel se encarna en mis manos que te invaden, que te abruman de caricias consentidas, de procaces manoseos, y se deshace en ensalivados lamidos, succiones e inserciones que nos llevan a la violenta cópula de la madrugada feraz anudados en un tumulto de sudores y de piernas trabadas, de manos apretando y labios mordidos, de susurros de boca a oreja, de ritmos y acoples que convergen en bestiales goces antidiluviales. Y te sigo soñando a destajo, ilimitado e incensurado, te sueño soñando palomas copulando o sentada desnuda en tu lecho, bebiendo vino dulce en una copa azul o masajeando tu pechos enfrente a mis ojos ávidos, o tus dedos en tu nido batiendo para mí los pétalos empapados. Para soñarte mejor vago por tus adentros encendiendo cada uno de tus músculos, de tus blanduras, de tus carnales oquedades, de tus vísceras maceradas en los ardientes insomnios de tu lecho vacío de hembra ansiosa. Solo puedo poseerte con palabras, desnudarte letra a letra con lasciva sintaxis, violarte con mis verbos obscenos, abusarte con rebuscados adjetivos barrocos y penetrarte con largas frases sin comas ni puntos apartes, solo con un largo párrafo de un solo envión. Y aun así, puedo seguir soñándote.


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