Para S. antigua soberana de Todos los Sueños.
Te escribo Reina desde el rincón
mas oculto de tu propio insomnio, desde la penumbra de tus sueños secretos,
desde la honda caverna de tus instintos. Porque solo ahí existo Reina, solo en
tus sueños, de noche, al borde del lecho de fuego donde la madrugada te
encuentra despierta buscando en tus memorias una imagen, un roce, un latido
cercano que te acurruque en ternura y en pasión, en dulces murmullos y en
sofocados grititos, en ardientes caricias y en eróticos abrazos, piel contra
piel, carne en la carne, sudores que se comparten en la oscuridad húmeda,
olorosa de sexo desatado, voces arrulladoras que abren las puertas y los
cuerpos, desnudos, ansiosos, y entonces soy en tu sueño el que buscas, y te
entregas rendida, anhelante, y en la espesura de la selva de tus instintos soy
león y macho, soy gesto y fuerza, soy tierno y vibrante, a tu gusto, a tu
placer, a tu modo, como el mismo sueño que en ti soy. Voy hacia ti Reina de los
Cinco Sentidos siguiendo el rastro de tus deseos y de pronto entro en tu lecho
tibio, percibo el erótico olor mezcla de tu piel y tu perfume, te quedas quieta
como reconociendo mi cercanía mientras me acurruco a tu lado para sentir la
tibieza de tu cuerpo solo cubierto con una camisola que apenas te cubre hasta
la mariposa oscura de tu pubis, con suavidad te abrazo y te beso en la
oscuridad del cuarto, respondes a mis besos con avidez de Reina deseosa, y nos
besamos y abrazamos cada vez más fuerte, con más intensidad, casi con
desesperación, mis manos han encontrado tus pechos de niña y los cubren como
copas ardientes, siento en la palma de mis manos tus pezones duros punzando y
mi verga comienza a erectarse allí abajo punzando tus piernas, y por ese roce
sexual te das cuenta de que estoy desnudo, un estremecimiento sacude tu cuerpo
y tu lengua se mueve dentro de mi boca invitando a la pasión y al desenfreno,
siento que tus manos van bajando por mi cuerpo acariciantes y curiosas,
nuestras bocas juegan desesperadas, se entrecruzan las lenguas, los labios
muerden humedecidos y excitados, con mis manos aprieto tus pezones por encima
de la camisola, tus manos han llegado a mi vellos púbicos y los revuelven con
ansias, de pronto siento tu mano que a encontrado la tensa columna de mis deseo
y la aprieta haciéndola endurecer al máximo. Entonces Reina de los Secretos
Deseos, deseada hasta las furias y el desasosiego nocturno, sentí tu mano
tomando el endurecido falo con deseos incontrolados, apretándolo, urgiéndolo a
dejar salir su miel sexual, pero me contuve, y bajé mi boca a tus pechos
anhelantes y mis labios apresaron tiernamente uno de tus pezones ya erguidos, y
lo succioné ávido como un niño y caliente como un macho cabrio, escuché tus
quejidos de placer y tu mano apretó más aun el tallo viril bajando su cubierta
de piel suave y dejando su glande al descubierto, rojo, brillante, túrgido, mi
mano inicio la búsqueda de tu húmeda mariposa oscura y bajó por tu vientre
hasta encontrar el sendero de tu ombligo y fue más allá, hasta la jungla de tu
pubis, mis dedos hurgaron esa selva de vellos perfumados, esa tierna piel de
los labios verticales, ese capullo rosado y carnal que escondía tu clítoris erguido
y sensible, y así fue que nuestras manos suplieron la imposible penetración a
pesar de la infranqueable distancia.
Agosto, 2005.
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