miércoles, 19 de noviembre de 2014

CARTA A UNA REINA DESDE SU ARDIENTE INSOMNIO


Para S. antigua soberana de Todos los Sueños.

Te escribo Reina desde el rincón mas oculto de tu propio insomnio, desde la penumbra de tus sueños secretos, desde la honda caverna de tus instintos. Porque solo ahí existo Reina, solo en tus sueños, de noche, al borde del lecho de fuego donde la madrugada te encuentra despierta buscando en tus memorias una imagen, un roce, un latido cercano que te acurruque en ternura y en pasión, en dulces murmullos y en sofocados grititos, en ardientes caricias y en eróticos abrazos, piel contra piel, carne en la carne, sudores que se comparten en la oscuridad húmeda, olorosa de sexo desatado, voces arrulladoras que abren las puertas y los cuerpos, desnudos, ansiosos, y entonces soy en tu sueño el que buscas, y te entregas rendida, anhelante, y en la espesura de la selva de tus instintos soy león y macho, soy gesto y fuerza, soy tierno y vibrante, a tu gusto, a tu placer, a tu modo, como el mismo sueño que en ti soy. Voy hacia ti Reina de los Cinco Sentidos siguiendo el rastro de tus deseos y de pronto entro en tu lecho tibio, percibo el erótico olor mezcla de tu piel y tu perfume, te quedas quieta como reconociendo mi cercanía mientras me acurruco a tu lado para sentir la tibieza de tu cuerpo solo cubierto con una camisola que apenas te cubre hasta la mariposa oscura de tu pubis, con suavidad te abrazo y te beso en la oscuridad del cuarto, respondes a mis besos con avidez de Reina deseosa, y nos besamos y abrazamos cada vez más fuerte, con más intensidad, casi con desesperación, mis manos han encontrado tus pechos de niña y los cubren como copas ardientes, siento en la palma de mis manos tus pezones duros punzando y mi verga comienza a erectarse allí abajo punzando tus piernas, y por ese roce sexual te das cuenta de que estoy desnudo, un estremecimiento sacude tu cuerpo y tu lengua se mueve dentro de mi boca invitando a la pasión y al desenfreno, siento que tus manos van bajando por mi cuerpo acariciantes y curiosas, nuestras bocas juegan desesperadas, se entrecruzan las lenguas, los labios muerden humedecidos y excitados, con mis manos aprieto tus pezones por encima de la camisola, tus manos han llegado a mi vellos púbicos y los revuelven con ansias, de pronto siento tu mano que a encontrado la tensa columna de mis deseo y la aprieta haciéndola endurecer al máximo. Entonces Reina de los Secretos Deseos, deseada hasta las furias y el desasosiego nocturno, sentí tu mano tomando el endurecido falo con deseos incontrolados, apretándolo, urgiéndolo a dejar salir su miel sexual, pero me contuve, y bajé mi boca a tus pechos anhelantes y mis labios apresaron tiernamente uno de tus pezones ya erguidos, y lo succioné ávido como un niño y caliente como un macho cabrio, escuché tus quejidos de placer y tu mano apretó más aun el tallo viril bajando su cubierta de piel suave y dejando su glande al descubierto, rojo, brillante, túrgido, mi mano inicio la búsqueda de tu húmeda mariposa oscura y bajó por tu vientre hasta encontrar el sendero de tu ombligo y fue más allá, hasta la jungla de tu pubis, mis dedos hurgaron esa selva de vellos perfumados, esa tierna piel de los labios verticales, ese capullo rosado y carnal que escondía tu clítoris erguido y sensible, y así fue que nuestras manos suplieron la imposible penetración a pesar de la infranqueable distancia.

Agosto, 2005.

No hay comentarios: