Eran tardes de relajo gozador en el lecho tibio por
la sangre palpitante de los felinos fragmentados donde nos íbamos besando con
los desesperos de la espera de las lluvias que no llegaban y la bocas besaban
mordían en sus hambres de labios ensalivados mientras las manos querían abarcar
el otro cuerpo para poseerlo con la intensidad del sexo abierto a los milagros
del encuentro y el ansioso miembro se iba erectando en la medida que se iba
humedeciendo la vulva ansiosa hasta que mi dedo hurgaba surcaba tu sexo mojado
y voraz y tu mano buscaba aferraba mi falo palpitante y sensible en tanto los
labios entre los labios besaban succionaban se desesperaban en la orgía de las
bocas sin palabras enmudecidas por el goce que quemaba incendiaba incineraba en
su torbellino de lenguas que urgían penetraciones succiones inserciones en
medio de la tarde que se rompía en destellos quejidos susurros ardores
estremecimientos y espasmos en la voluptuosidad procaz que convertía el lecho en
un mullido desierto de arenas calientes y cerrabas los ojos para sentir solo
las sensaciones de la posesión del macho en ti y yo los abría para gozar tu
desnudez abierta como un lirio en la palidez de tus muslos de tus nalgas de tu
vientre de tu pubis apenas oculto por tus negros vellos ralos y te montabas a
horcajadas sobre mi boca labios lengua sedienta buscando las delicias perdularias
del cunnilinguis o te vertías hambrienta sobre mi verga en el rito mamador de
una felación que me llevaba al mismo cielo retorciéndome sobre la tarde que se
me desmoronaba con tu lengua lamiendo mi virilidad erecta y terminábamos
copulando como las bestias engarzados en la jungla del atardecer ya entrando la
noche.
domingo, 2 de noviembre de 2014
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