martes, 4 de noviembre de 2014

LOS MISTERIOSOS ATRIBUTOS DE LA CONDESA DESEADA


“Usted es la única persona que me puede salvar porque estas pesadillas no me abandonan al abrir los ojos”. Pubis Angelical. Manuel Puig, 1979.

Posee los delirios siniestros de los majestuosos deseos, el encanto de la pálida piel que envicia y corroe los presagios de la locura y los entuertos sacrílegos de la lujuria, el embrujo de un pudor insano que marca a fuego los sagrarios de las cópulas y las masturbaciones, inicial del día y de entrando la noche socava las ásperas censuras con sus recatos de sedas rojas y negras, malamusa tendida sensual y sexual sobre los felinos decapitados esperando los ceremoniales del acecho o la seducción, carnívora y voraz mantis sangrienta, es toda muslos suaves, vellos ralos, pezón dormido y vulva deliciosa, mascarada y tormento, lamido versículo en el destello de la última tarde, romántica hasta el despeñadero sostiene las lluvias de los otoños en sus manos de condesa distante, sus mórbidas nalgas y sus gloriosas manchitas esconden el secreto de un lúbrico universo contenido en las altas almenas de su castillo desde donde el atardecer cae sobre las primeras luces de los barcos imaginarios, insinúa en sus rojos sedosos los pervertidos goces de los carnales paraísos perdidos, provoca con sus negros perlescentes los oscuros instintos de las caricias obsesivas que arden en las yemas de los dedos ansiosos de los remolinos clitorianos, suscita vehemencias tortuosas por su vientre fugitivo y por la lobachevskiana doble curva de su espalda, por todo esto la sueño insistente e intenso, desnuda y excitada haciéndose la dormida boca arriba en el lecho de delicadas florcitas y verde pasto solo para untar con mi semen caliente el borde cóncavo de su ombligo.


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