“Toda desesperación se verterá en ti como un agua caliente”. Varelio,
Summa Ática, XVII.
Fue una malamañana con una
malamusa, de partida en la soleada y grata mañana me perdí desayunando verla
imaginarla saliendo recién de la ducha, esa era quizá la inspiración del día y
se me voló por atrasado la mariposa del deseo, fui entonces lento escarabajo
perdedor de la primera erección mañanera. Pero no era toda la pérdida que me
deparaba el azar destino karma o caos de este maldía de mi desamparo, de este
Universo insensible a las modestas artes eróticas de un fauno voyerista, había
más. Obligado debí abandonar la comunicación por unos mínimos instantes y
cuando volví ella ya volaba mariposa incesante, y para mayor daño cruel
malamiga me dejó el mensaje traicionero de que mientras hablábamos ella se
estaba secando el pelo desnuda (maldición!), y yo sin saberlo intuirlo
presagiarlo no lo supe, así fui lento escarabajo perdedor de la segunda
erección mañanera. Una musa profesional no hace eso, si me lo hubiera dicho en
el momento se habría merecido un precioso texto de barrocos arabescos y finas
filigranas eróticas, un tierno tratado sobre sus muslos con sus manchitas
adorables, sus nalgas firmes y suaves, su pezón dormido, su vulva sabrosa y su
boca besable más allá del vicio. Hubiera bastado que me dijera "me estoy
secando el pelo desnuda", y me habrían sobrevenido la erección y la
inspiración de inmediato, pero ahora desangrado confuso extraviado en
pornográficas visiones de lo que no fue, vago ebrio y destartalado por estas
palabras sin sentido buscando el camino de retorno a la mediamañana para ver si
alcanzo a escapar del derrumbe antes que me pille el mediodía sin musa y
comience a pensar (sic) en su bien merecido castigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario