lunes, 17 de noviembre de 2014

MALAMUSA

“Toda desesperación se verterá en ti como un agua caliente”. Varelio, Summa Ática, XVII.

Fue una malamañana con una malamusa, de partida en la soleada y grata mañana me perdí desayunando verla imaginarla saliendo recién de la ducha, esa era quizá la inspiración del día y se me voló por atrasado la mariposa del deseo, fui entonces lento escarabajo perdedor de la primera erección mañanera. Pero no era toda la pérdida que me deparaba el azar destino karma o caos de este maldía de mi desamparo, de este Universo insensible a las modestas artes eróticas de un fauno voyerista, había más. Obligado debí abandonar la comunicación por unos mínimos instantes y cuando volví ella ya volaba mariposa incesante, y para mayor daño cruel malamiga me dejó el mensaje traicionero de que mientras hablábamos ella se estaba secando el pelo desnuda (maldición!), y yo sin saberlo intuirlo presagiarlo no lo supe, así fui lento escarabajo perdedor de la segunda erección mañanera. Una musa profesional no hace eso, si me lo hubiera dicho en el momento se habría merecido un precioso texto de barrocos arabescos y finas filigranas eróticas, un tierno tratado sobre sus muslos con sus manchitas adorables, sus nalgas firmes y suaves, su pezón dormido, su vulva sabrosa y su boca besable más allá del vicio. Hubiera bastado que me dijera "me estoy secando el pelo desnuda", y me habrían sobrevenido la erección y la inspiración de inmediato, pero ahora desangrado confuso extraviado en pornográficas visiones de lo que no fue, vago ebrio y destartalado por estas palabras sin sentido buscando el camino de retorno a la mediamañana para ver si alcanzo a escapar del derrumbe antes que me pille el mediodía sin musa y comience a pensar (sic) en su bien merecido castigo.


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