“Poeta de mis adentros, ¿que haces, a quien besas o para quien son tus
piropos y versos?”. Casandra.
Vivo como un tierno parásito en
tus adentros, en tus turgencias invertidas, en las raíces de tu pilosidad
púbica, como un líquido sexual fluyendo sumergido en la sangre caliente que
recorre tus arterias irrigando de deseos tu cuerpo ansioso, brotando por tus
poros como el sudor que exhala tus aromas o en tu vulva anhelante como los
sabores de tus lujurias. Soy tu niño bebé dormido en tu vientre inundado de ti,
esperando tu voluntad de hembra deseada para ir a beber tus ternuras en los
pezones inhiestos de tus pechos grandes y tibios. Permanezco genital quieto incubado
entre tus adentros por la savia virginal de tu saliva, respirándote, mordiendo
tus carnes voluptuosas, incitando tus vísceras con lascivos suspiros quejidos
susurros. Palpito estremecido con tus latidos retumbando en las húmedas
cavidades de tus carnales soledades, mecido por el insinuante movimiento de tus
caderas cuando caminas desnuda arrastrada por tumultuosos antojos de
penetraciones y orgasmos. Desde tus adentros socavo y desarmo tus ardores,
sensual, apasionado, libertino, te punzo insertado en tu útero, huelo las
fragancias inquietantes de tus axilas y de tus ingles, cristalizo erecto en las
bilis más íntimas de tus insomnios y de tus horas en celo. Te poseo macho desde
tus mismas entrañas, te penetro inverso haciendo crujir tus médulas, me derramo
desde el adentro de tu palpitante vagina anegándola de mi semen, inseminándote
como en un lúbrico sueño de secretas idolatrías. Y seguiré ahí en ti
habitándote más allá de estas regiones efímeras del desasosiego, seguiré
incrustado en tus adentros hasta que los vientos del tiempo se lleven las últimas
cenizas de tus huesos.
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