domingo, 22 de junio de 2014

DOMO KULLIÑ


Sic semper tyrannis

Mientras conversamos observo tu rostro de tez morena, cara redonda, frente estrecha, pómulos bien pronunciados, tus ojos pequeños castaño oscuros, tu nariz algo achatada y recta, tu boca grande de los labios gruesos abultados, el pelo grueso, liso y muy negro, la piel suave y tersa de princesa de Todas las Tierras. Voy imaginando tus pechos amplios de morenos y grandes pezones para mi boca siempre sedienta de ti bajo la suave camiseta del pijama. Voy intuyendo el color moreno de tu vientre rebelde, tus caderas anchas y macizas, tu pubis con su maraña de vellos muy oscuros y tiesos como tu pelo lacio de pura estirpe indígena bajo el suave pantalón del pijama. Sonríes adivinando como una machi los deseos respetuosos que me devoran con tu cercanía animal y coqueta, juegas con mis instintos arrastrada dulcemente por las orgullosas soberbias de tus indomables matriarcas ancestrales. Y me dejo extasiar por tu roja risa de copihue, tu altivez de alta araucaria, tu misterio solemne de hirsutos bosques sureños, por tu perfume a harina de piñones, por la sensación de mis manos recorriendo los territorios inexplorados de tu piel oscura ahumada por la leñas de tu sur profundo. Voy recordando tus nalgas ampulosas, tus muslos anchos, tu tetamenta babilónica que suelo gozar en los desparpajos de tus escotes veraniegos. Voy presumiendo tu vulva anchurosa, de un matiz oscuro del rojizo violáceo, mojada, también de labios gruesos y abultados, sexo generoso de hembra dura y fuerte, de insaciable y fértil sexualidad. Pero todo esto tú no lo sabes aunque sé que lo presientes, y nos despedimos con un beso en la mejilla hasta que en la próxima luna volvamos revivir el ceremonial secreto del huinca que te desea.


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