Iría por el ruido de tu escote sumido en su
abismo tibio, bajando incrustado en tu suave canalillo hasta las llamas de los
fuegos del invocante infierno que florece húmedo entre tus muslos. Alzaría
vuelos sobrevolando tus pezones y cabalgaría errante por los territorios de tu
espalda, escalaría la alta tibieza de tus piernas y navegaría naufrago de ti en
las anegaciones de tu vulva. Trazaría con mi saliva quemante el mapa preciso de
tus axilas, de la curva exacta de tus nalgas, del color misterioso de tus ojos
y de los susurros que florecen en tus labios cuando te desbordas de
estremecidos goces en los destellos humeantes de la cópula. Cruzaría por entre
tus pechos rumbo ardiente hasta tu vientre respirando el aroma de cada uno de
tus poros para anidar mi boca en besos desarmados en la íntima convexidad de tu
pubis. Rasgaría los cortinajes de todos los templos por respirarte en el vaho
incesante de tu aliento e incinerarme en las rojas brasas de tus besos para ir
a sumergir mi lengua penetrante en la flor abierta de tu sexo. Dejaría suceder
el tiempo con sus lluvias invernales y los arreboles del estío, con las
delicadas primaveras y las tenues nostalgias otoñales, esperando que vengas
ruborosa a mis brazos para hacer la vendimia de tu cuerpo y atraparte en el
lagar de mis deseos. Humedecería tus labios resecos con la tierna voracidad de
los míos para hacerte olvidar todos los nombres y dejes de esperar por otros
besos.
lunes, 23 de junio de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario