En envahissant le sommeil de Madame
Vuelvo a imaginarte-soñarte dormida ahí en tu lecho. Me veo a tu lado
mirando como duermes, acaricio con mi ojos viajeros toda la piel que me dejan
ver la sabanas, recorro con mis manos vagabundas la estatua de vestal soñando
toda la sinuosidad que se adivina bajo el color del cobertor que no conozco, a
lo largo y a lo ancho, para contener en mis manos tus pechos y explorar tu
vientre palpando hasta encontrar el origen de mi delirio, presiento sin tocarte
la tibieza carnal que me debes y te beso antes que despiertes y me quedo
quietecito mientras me voy desapareciendo con la luz del sol que ya atraviesa
el cortinaje despertándome de mi-tu sueño. Como
una rara enfermedad vuelves a mi sueño, Vuelvo a sentir tu mirada y el fluctuar
de la sábanas mientras me besas, puedo sentir en sabor de tus labios, de tu
lengua que anoche y hoy vibra desesperada y mantengo las piernas levemente
abiertas a la espera, siempre la espera... Sentirás el vaho vertiginoso de
mi aliento ardiente recorriendo tu sexo con perversa alevosía, sentirás la
puntita de mi rígida lengua punzando tu clítoris, lamiéndolo con delicada
maldad, intentando envolverlo en su caliente densidad de caracol en celo,
sentirás mi nariz hurgando, abriendo, oliendo esa tu roja flor de ceibo de tu
nombre, sentirás mi lengua entera escurriendo lenta y parsimoniosa por el
sensible surco florecido entre los labios de tu vulva, sentirás mi lengua
penetrando en busca del orgasmo hasta encontrarlo en la humedad vertiginosa de
tu vagina desesperada, sentirás un estremecimiento, un acabo de mundo, un cielo
que se abre y se derrumba sobre ti, sentirás un relámpago, un destello, una
pequeña muerte dentro de ti, cerrarás los ojos mientras voy subiendo por de tu
cuerpo dejando un reguero de fuego por tu vientre, tu ombligo, entre tus senos,
para ir a besarte hasta el dolor, y sentirás los besos con tu mismo sabor, y ya
no seguirás esperando porque te habrás dormido entre mis brazos. Te siento en esa penetración con tu lengua
en busca del logrado orgasmo por que no resistiré un instante más, recibo esa
pequeña muerte soñada, poseída cerraré los ojos y dejaré que escurra ese
reguero de fuego en mi ombligo y entre mis seno y abriré la boca para sentir el
sabor de la última gota y aferrarme a tu miembro con los labios para percibir
como se desvanece, entonces sí me besarás hasta el dolor-amor para dormir en
tus brazos. Nos vale.
Nota.- En cursivas el eco de su
voz.
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