jueves, 5 de junio de 2014

DIVERGENCIAS ONIRICAS


El viernes en la noche soñé contigo, en la mañana lo recordé, lo tenía patentito… pero no tuve el tiempo de escribirte el fin de semana, pero ahora son como imágenes, jirones del sueño, como nubes que despejan a momentos… lo recuerdo poco. Hubo un encuentro contigo, había más personas, no sé porqué… una casa, piezas a lo largo, de un pasillo, me encontré contigo, me llevaste a una de ellas, solo una cama, casi sin muebles, en fin, hicimos el amor… (mira que romántico…) apasionadamente, te sentí tan bien, todo lo tuyo, reconocí tu cuerpo, tan mío en esos momentos, eso fue muy vivo, eso lo recuerdo nítidamente, tu cuerpo, tus manos, mis estremecimientos... y mi orgasmo después del tuyo, tu cuerpo satisfecho encima, tus ojos cerrados... desperté... aún sentía el gozo, el placer en mi cuerpo... No eran muebles los que vi en mi sueño contigo... no sé de dónde lo saqué, sí recuerdo la cama blanca y angosta apegada al muro, la luz venía de afuera... y la iluminaba... Una ventana? En todo caso fue  rico verte y tocarte... no sé si estábamos desnudos, pero sentí tu calor... Lo soñamos, sí fue el viernes en la noche, en una antigua casona con sótanos y patios. Extrañamente no estábamos solos, había más personas, pero todas sin rostro, difusas y como mal dibujadas. Deambulábamos extraviados, quizá buscándonos, por las innumerables piezas a lo largo de un pasillo acosado por la penumbra de la madrugada, nos encontramos asombrados de estar soñando en el mismo sueño, nos miramos abrumados de ternuras y deseos, sin decirnos ni una palabra nos besamos con la furia del tiempo perdido, recuperando las ardientes nostalgias de un pasado de lujurias y tiernos entreveros allá en el lugar de las tibiezas. Te llevé dormida a uno de los cuartos, nos desnudamos sin pudores, ebrios de las urgencias del inesperado momento, te dejas la enagua blanca y sedosa que remarca las curvas corvas de tu cuerpo delicado, sonríes mirando pícara el príapo que ya se yergue instintivo, te subes al lecho y adoptas sumisa la postura de una perrita encelada, entro en la bestialidad de tu juego y comienzo a cabalgarte a culiarte a sodomizarte, entro y salgo, hundo y penetro, te entierro mi pichula endurecida hasta el fondo de tu ano, gimes y gritas, te sifoneo y te culeo frenético como un perro callejero, eyaculo entre estremecimientos, mi semen caliente te inunda, lo saco y lo pongo en tu boquita ansiosa, chupas mamas succionas eliminando las seminales huellas del estupro. Afuera una luna mustia de deshace entre los grises nubarrones de la lluvia que se avecina, amanece, a lo lejos se oye una algarabía de voces desconocidas retumbando en la casa de los cuartos innumerables, me derrumbo a tu lado exhausto, nos besamos como si estuviéramos soñándonos en el mismo sueño.

Nota.- En cursivas el ardiente susurro de su voz.

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