domingo, 8 de junio de 2014

MONOLOGO DE UNO DE LOS FELICES INFIELES


La dame est dans le silence.

Acabas de encender un fuego incontrolable, que terminará consumiendo todos los bosques posibles, ardiendo por la noche como una zarza reseca en medio del terciopelo estrellado del desierto, quemando toda la tarde hasta convertirla en cenizas, calcinando mis deseos hasta la eyaculación, también acá en otra silla no pude controlar mi mano (tu mano) y por encima del pantalón sobar con deleite el falo encendido. … En esa hoguera salvaje mi verga se hace tuya, tuya entera y erecta y dura (por ti), masajeada, manipulada, masturbada, mamada, succionada (por ti), hasta el goce, el clímax, el estallido de la eyaculación, mi mano recorre tus piernas, el interior de tus muslos tibios y suaves, masajea, hurga, busca, sube hasta tu sexo humedecido de deseos, hurga, busca, hasta el botoncito inhiesto que la espera ansioso, lo toca apenas con la yema de un dedo, lo presiona, lo acaricia levemente, lo hunde con ternura, con pasión contenida, lo soba dulcemente en pequeños e íntimos círculos, y luego mi boca, mis labios lo sujetan, lo succionan, mi lengua lo atrapa y lo enreda, y lo lame, lo hunde en su delicia y su goce, lo punza como un breve falo, y luego de nuevo los pequeños círculos del placer hasta que mis labios beben los densos jugos de tu orgasmo, mío, solo mío. …  Y ahí dormí atrapado en el nudo perlado de nuestros cuerpos, ebrio de tu saliva y tu néctar sagrado, con tu pelo ensortijado en las arenas ardientes de mi torso acesante como algas saciadas después del loco oleaje de la cópula apasionada que nos dejó soñando para siempre en el buscado paraíso.

Nota.- En puntos suspensivos sus brasas silenciadas.

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