“Y desperté, solo
era un sueño.
Y estabas allí
profunda y dormida…”
Sueño Erótico. Hernán
José
Sucedía en un casa llena de gente, había una
fiesta o algo así, hablaban muchas personas a la vez, aunque en voz baja, sin
mucho barullo. Estábamos como recostados, aprisionados y apretados por el
tumulto, como en un metro a la hora punta, cara a cara, yo encima de ella,
aunque no recargándola completamente con mi cuerpo, o quizá ambos estábamos de
lado, el recuerdo es confuso, solo sé que estábamos muy juntos, apegados el uno
al otro. Yo a veces le hablaba de frente casi tocándonos la nariz, o al oído,
en un susurro inaudible para los otros, que por cierto no participaban del
sueño y ni yo los veía siquiera, solo eran sus presencias a través de las voces
y la conciencia clara de que estaban allí. Nunca vi su rostro, ni dijo palabra,
solo sentía su mano en mi verga masturbándome con lenta intensidad pero
apretándola con ardiente vehemencia, sentía el placer del ceñido masajeo
fálico, el goce al borde mismo de la eyaculación que yo contenía para alargar al
máximo la deliciosa sensación. Yo algo le iba murmurando, no sé si para calmar
su temor, pudor o vergüenza ante la presencia de los demás o para incentivarla
a que siguiera pajeándome, aunque presentía que ella deseaba complacerme a como
diera lugar. Su mano tibia se aferraba a mi miembro, subía y bajaba en un corto
recorrido prepucial porque solo podía mover su mano no el brazo, la apretujada grupal
le impedía mayores movimientos. Mi goce masturbatorio era intenso, concentrado
en mi pene y su mano, ni siquiera sentía la presión de su cuerpo en el mío, ni
menos sus senos punzando mi pecho. En el tiempo del sueño solo fueron unos
pocos minutos y mi excitación era contenida, casi intolerable, pero no alcancé,
en el sueño, a eyacular, solo me desperté muy erecto, sin saber muy bien que
había sucedido, ni con quien.
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