lunes, 30 de junio de 2014

LOS BLANCOS COLLADOS DEL DESEO


Y sé que voy a masturbarme calladito ante la imagen de la virginidad absoluta de tus pechos blancos abultados salientes, copas invertidas de una ebriedad ciega e incestuosa. Soñaré que por esos mullidos cojines blandos y tibios para el adormecido descanso del guerrero en dura erección, verteré mis densas aguas lechosas en tu delicada piel escondida. En esas dunas acesantes en el oleaje de tu respiración serena, mi mano onanista saciará el falo de sus seminales intenciones. A esas divinas curvas de paralelas campanas bocabajo irán mis ojos pervertidos a roer la nívea y tersa tela que los cubre. En esa madurez otoñal de tiernas frutas maduras desbordare mi boca para beberlas en sus mórbidas ternuras. Mis manos excitadas los encopan, mis labios sedientos los besan, mi lengua viciosa los lamen, mis diente ansiosos los muerden. Sentiré mi erección in crecendo en mi entrepiernas como un túmulo volcánico que se endurece y crece ante la visión edípica de tus dos altas montañas nevadas. Imagino, masajeo mi miembro deslumbrado ante tus senos ampulosos, blancos albos como nubes de primavera. Mi mano aferra el falo exultante rendido a tu Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos (i). Bajo la albura casi adivino tus pezones, breves de niña gitana, y los pellizco, los chupo, los succiono, los mamo con un bebé extraviado entre tus brazos. Y van a más el rosado coral de tu collar, y el rosado florecido de tu falda, y tus labios rojos de gitana, y el blanco envolviendo tu cuello como el mismo blanco que dibuja sublime tus senos.

(i) Poema I, Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada. Pablo Neruda.


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